Quantcast
Channel: Museos – en son de luz
Viewing all 54 articles
Browse latest View live

Oxford y Cambridge

$
0
0


Mi primera imagen es de una apacible tarde pre-otoñal en una vereda del jardín botánico de Oxford. Como la imagen alude a la infancia sin mostrarla no puedo evitar que este césped inglés me recuerde otros tiempos. En los primeros años de la dictadura franquista, cuando yo era un chaval de calzón corto, en las familias de clase media solía haber un pariente “anglófilo”, aunque ese rasgo político-cultural no se podía proclamar a los cuatro vientos, pues, por entonces, millones de españoles, germanófilos,  levantaban el brazo al estilo fascista al paso de Franco y los jinetes de su “guardia mora”.

Un anglófilo era también un admirador de la educación anglosajona y en particular de “Oxford y Cambridge”, dicho así, todo junto, como si se tratase de dos lugares siameses, alfombrados de verde, donde unos universitarios educadísimos y uniformados iban de un campus a otro y vivían en unos “colleges” muy bonitos, en cuyas aulas siempre se ingresaba por puertas góticas.

Si no fuera por mi nieta, que crece junto a sus padres, profesores de otro campus inglés, y por dos sobrinas nietas, recién nacidas en una de las dos míticas ciudades, puede que nunca nos hubiésemos dado un garbeo por Oxford y Cambridge. Así que, empaquetados en un “ryanair”, viajamos hace poco a Inglaterra y a esas dos ciudades en las que enseñaron Erasmo de Rotterdam y Luis Vives. Estos humanistas pasaban con soltura del continente a Inglaterra en unos navíos un poco más lentos que los aviones de hoy.

Oxford

Tras unas horas visitando las calles venerables y los inacabables portales de colleges y los patios de antiguas y famosas bibliotecas, Oxford te deja un regusto a excelso parque temático. Para cambiar de sabor es sano acercarse al más antiguo jardín botánico de Inglaterra, el de su universidad.  De esta forma, la visita a Oxford se concluirá de forma reposada con las imágenes de un estanque de ninfeas.

Erasmo y Oxford

En Oxford pasó Erasmo de Rotterdam el otoño-invierno de 1499 departiendo con los humanistas de su universidad, en particular con John Colet, quien recitaba los evangelios en inglés en la catedral de Londres. Había traducido el nuevo testamento del griego a una lengua vulgar mucho antes que Lutero, lo que levantaba las iras de la jerarquía y atraía a miles de personas, que por fin se enteraban de lo que decía la Biblia.

Oxford y Juan Luis Vives

En el Corpus Christi College enseñó Juan Luis Vives hasta que tuvo que dejar Inglaterra, tras unas semanas prisionero de Enrique VIII en la Torre de Londres. Puso su cabeza en peligro por haber apoyado la causa de la repudiada Catalina de Aragón y fue además el tutor de la princesa Mary, la futura reina María Tudor, quien no tuvo en cuenta las ideas de humanismo tolerante del valenciano cuando, más tarde, como reina, legó a la historia el significativo nombre de un cóctel, el Bloody Mary.

Movidos por la devoción vivista quisimos circular un poco por donde nuestro humanista se movió en los años veinte del siglo XVI, pero sólo pudimos asomarnos tímidamente al patio del Corpus Christi College, afrontando los reproches de un guía por haber franqueado en unos metros la puerta de entrada sin un permiso especial.

Otro personaje relacionado con Oxford

Hablando de bloody no he podido omitir la foto de la estatua que campea en una ilustre fachada de la High Street de Oxford

Representa a un adalid del imperio británico, Cecil Rhodes, el fundador de Rhodesia, el teórico de la superioridad de la raza inglesa. Se le conocen afirmaciones como estas:

 I contend that we are the first race in the world and that the more of the world we inhabit the better it is for the human race.

Remember that you are an Englishman, and have consequently won first prize in the lottery of life.

Ser inglés era para aquel gran explotador de los diamantes africanos y del trabajo esclavo, el “primer premio de la lotería de la vida”, pero los universitarios becados por su mecenazgo iban a ser, según él, la cantera de una estirpe de “reyes filósofos” a la manera platónica, que conquistarían y dominarían el mundo.

La cosa se quedó en un objetivo un poco más pedestre, cuya consecución le hizo inmensamente rico:

Tenemos que encontrar nuevas tierras a partir de las cuales podamos obtener fácilmente las materias primas y, al mismo tiempo explotar la barata mano de obra esclava que está disponible de los nativos de las colonias. Las colonias también proporcionarían un vertedero de los excedentes de bienes producidos en nuestras fábricas.

Textos y fuentes en  http://en.wikipedia.org/wiki/Cecil_Rhodes

Estos son los contrastes de Oxford la humanista. En definitiva se trata de otro símbolo más de nuestra civilización. Todas las civilizaciones dejan sus legados de arte y cultura, pero, por desgracia, todas se asientan sobre el doloroso tributo que los más débiles han de pagar a la barbarie.

Cambridge

En Cambrige pudimos parar escasamente cuatro horas, pues queda cerca del aeropuerto de Standsted (paso obligado de quienes nos dejamos ‘ryanairizar’). Fue suficiente para asomarnos a la apabullante colección de arte legada por el vizconde irlandés Richard FitzWilliam (1745-1816) al museo que lleva su nombre y al que se accede gratuitamente por una soberbia fachada neoclásica. Nada más emprender la ascensión de sus solemnes escaleras, un enorme bajorrelieve nos retrotrae a Persépolis.

Comemos en la cafetería restaurante del museo, ante a un muro multimedia por el que desfilan en seis pantallas las imágenes de una colección imposible de detallar. Sólo tuvimos tiempo para recorrer a paso ligero las salas de pintura. Me quedan en la memoria muchas cosas, desde Rubens a Henry Moore, pero, dada mi afición a las fisionomías, sólo dejo testimonio gráfico de dos rostros paralelos. La impasibilidad de una esfinge romana…

…y la ansiedad de la dama de honor de una novia del prerrafaelita John Everett Millais

Muchas más cosas podrían decirse de este museo, así que habrá que volver con calma

Erasmo y el Queen’s College

El Queen’s College de Cambridge se fundó en el siglo XV. La ventaja de este college es que pagando un billete de entrada puedes pasearte por sus cuidados patios y recintos.


No obstante, la “Erasmus Room” sólo se puede ver por el ojo de su vetusta cerradura. Ahora es un aula más con sus mesas y su pizarra modernas. Te queda intuir la ventana de esa habitación en la que, además de preparar las clases de Griego y Teología que impartía a un selecto alumnado, concluyó su versión latina y comentarios del Nuevo Testamento, redactó un trabajo preparatorio de su ensayo contra la guerra, el “Dulce bellum inxpertis”, amplió su edición de los Adagios y hasta dio rienda suelta a su acerada  ironía en el panfleto sin firma “Julius Exclusus”, crítica demoledora del tipo de papado que encarnaba Julio II.

Un cuadro de Erasmo, de calidad modesta y basado a mi modo de ver en los de Quentin Metsys y Holbein, preside con otros dos el Old Hall, decorado en el siglo XIX, y enfatiza la posición preeminente que se otorga al humanista en la historia del Colegio, que ya visitó a finales de 1505 y en el que ejerció la docencia de 1512 a 1514.

En los Midlands

Por otra parte anduvimos también de visita por los Midlands: Oakham, Stamford, Leicester, pero ya me he pasado de extensión en esta entrada. De modo que, como comenzábamos con flores, la despedimos con imágenes del jardín botánico de la Universidad de Leicester…

…donde -¡ay!- el gigante de Brele Scholtz recorre el parque amenazando con pisar los parterres…

…pero, atraído por las preces de los monjes cantores de William Harling,

…el “angel gordo” de Mary Anstee-Parry se apresta a enfrentarse al desalmado ser de madera



Archivos romanos (I): fisionomías del Museo Chiaramonti

$
0
0
Museo Chiaramonti. Vaticano, Foto R.Puig

Museo Chiaramonti. Vaticano, Foto R.Puig


He dejado Roma hace semanas pero en mi ordenador se acumulan no pocos recuerdos gráficos a los que iré dando salida en las entradas del blog. Hoy le toca el turno a las fotos que tomé en la primera galería del Museo Chiaramonti (antigüedades griegas y romanas), en los Museos Vaticanos.

Museo Chiaramonti. Vaticano, Foto R.Puig

Museo Chiaramonti. Vaticano, Foto R.Puig

Niños, adolescentes y jóvenes

Los bustos o las esculturas de niños en trance de jugar, de figurar como Hércules infante o yacentes, muertos, abundan en esta nutrida galería. He seleccionado algunos particularmente evocadores

Museo Chiaramonti. Vaticano, Foto R.Puig

Museo Chiaramonti. Vaticano, Foto R.Puig

con la mirada perdida hacia lo alto

Museo Chiaramonti. Vaticano, Foto R.Puig

Museo Chiaramonti. Vaticano, Foto R.Puig

o, como este adolescente, mirando hacia su derecha, atento a alguien que le acompaña

Museo Chiaramonti. Vaticano, Foto R.Puig

Museo Chiaramonti. Vaticano, Foto R.Puig

En los bucles de esta cabeza se aprecia el característico trabajo del trépano

Museo Chiaramonti. Vaticano, Foto R.Puig

Museo Chiaramonti. Vaticano, Foto R.Puig

Los rasgos de este joven están muy idealizados

Museo Chiaramonti. Vaticano, Foto R.Puig

Museo Chiaramonti. Vaticano, Foto R.Puig

Barbas

Con una barba ya espesa, como el de arriba,  o, como en  los siguientes, apenas apuntada, los personajes de mandíbula pilosa están bien representados en el Museo Chiaramonti

Museo Chiaramonti. Vaticano, Foto R.Puig

Museo Chiaramonti. Vaticano, Foto R.Puig

¿No os recuerda la barba de Simón Bolivar?

Museo Chiaramonti. Vaticano, Foto R.Puig

Museo Chiaramonti. Vaticano, Foto R.Puig

¿No os habéis cruzado con él por la calle?

Museo Chiaramonti. Vaticano, Foto R.Puig

Museo Chiaramonti. Vaticano, Foto R.Puig

La densa cabellera de este cejijunto personaje obligó al escultor a un prolijo trabajo con el trépano

Parientes

Estos dos hombres parecen hermanos. ¿O es el primer busto un retrato del mismo personaje años más tarde? Sus rasgos son muy similares. Vivieron entre fines del siglo I a.C. y principios del siglo I de la era cristiana.

Museo Chiaramonti. Vaticano, Foto R.Puig

Museo Chiaramonti. Vaticano, Foto R.Puig

 

Museo Chiaramonti. Vaticano, Foto R.Puig

Museo Chiaramonti. Vaticano, Foto R.Puig

Matronas

Museo Chiaramonti. Vaticano, Foto R.Puig

Museo Chiaramonti. Vaticano, Foto R.Puig

He seleccionado dos damas que me han llamado la atención por su aspecto amable, con su sonrisa apenas esbozada,y por su cuidado tupé

Museo Chiaramonti. Vaticano, Foto R.Puig

Museo Chiaramonti. Vaticano, Foto R.Puig

Famosos

Acabo con el busto de Trajano,  nacido cerca de la actual Sevilla…

Trajano. Museo Chiaramonti. Vaticano, Foto R.Puig

Trajano. Museo Chiaramonti. Vaticano, Foto R.Puig

con el inevitable Cicerón

Ciceron. Museo Chiaramonti. Vaticano, Foto R.Puig

Ciceron. Museo Chiaramonti. Vaticano, Foto R.Puig

Y con dos imágenes otoñales de mi orilla mediterránea, tomadas delante de casa, ayer mismo.

La primera no incluye un retrato de piedra, pero sí una piedra de la que me gustaría extraer el busto que se esconde en ella…

Playa de La Almadrava. Els Poblets. Foto R.Puig

Playa de La Almadrava. Els Poblets. Foto R.Puig

 

la segunda refleja algo de los fuegos que ardían por la tarde en nuestro cielo

Playa de La Almadrava. Els Poblets. Foto R.Puig

Playa de La Almadrava. Els Poblets. Foto R.Puig

Seguiremos hablando de este otoño…


Galería Doria Pamphili. La irreverencia de Caravaggio [Archivos romanos V]

$
0
0

 

En Roma hay numerosos palacios de familias con tradición de poder, riqueza y mecenazgo. En casi todos hay muestras apabullantes de una larga historia de coleccionismo de obras de arte. La mayoría están abiertas al público.

En plena Via del Corso, cerca de Piazza Venezia, hay una de las mejores, la Galería Doria Pamphili. Pocos guías llevan a ella a sus turistas, aunque no creo que sea por el precio de la entrada, superior a la media, sino porque una visita como es debido exigiría más de lo que la media de los “cicerone” sabría ofrecer y exigiría más tiempo que la del Coliseo.

En cualquier caso, la visita a ese lugar, recoleto en medio del tráfago romano, es una bendición para el que anteponga el sosegado disfrute del arte a las prisas y los codazos museales.

Para los que estudiamos la historia hace ya décadas, el apellido Doria nos recuerda las hazañas del almirante Andrea Doria, jefe de la flota genovesa y mercenario sucesivamente al servicio de dos rivales, Francisco I y Carlos V. A nosotros sólo nos hablaban de sus gestas bajo el imperio del segundo.

Como tantas otras fortunas y noblezas, el emporio Doria, con su sucesión de príncipes, empieza con un capitán guerrero que, cambiando oportunamente de chaqueta, alcanza poder, títulos y riquezas.

Pero,  todo hay que decirlo: sus sucesores en el siglo XX se aliaron con la resistencia italiana contra el fascismo y los nazis y fueron perseguidos por ello.

Pero esta es otra historia.

En Roma se van acumulando las colecciones desde que el Palazzo Doria surge en el siglo XVI y en las dos siguientes centurias se rebautiza como Doria Pamphili, merced a una serie de desposorios inspirados por cardenales y papas de ambas familias y con los Aldobrandini.

La Villa Pamphili con sus magníficos jardines, limítrofe con la colina del Gianicolo, es otro florón de la saga, hoy propiedad de la ciudad de Roma, aunque los príncipes conservan la capilla funeraria. En Génova conservan el Palacio de Andrea Doria o “Villa del Príncipe”, con una deslumbrante provisión de obras de arte, algo así como el menú servido por Jan van Kessel el Viejo

Hoy en día los propietarios del Inmenso complejo de Via del Corso son ingleses de nacimiento. Se trata de los afortunados Gesine y Jonathan Doria Pamphili, dos niños adoptados en un orfanato inglés por la pareja de los ya fallecidos Frank y Orietta Pogson Doria Pamphili.

Desde que el príncipe Filippo Andrea Doria V se casó con la aristocrática Mary Talbot en 1848, los miembros de la familia han seguido emparentándose con la nobleza británica o con simples suboficiales del ejército de su majestad, como Frank Pogson.

Esta es también, por más que sea romántica, otra historia.

El signo inicial de este cambio es el “Baño de Diana”, que el enamorado príncipe le regaló a Mary como regalo de boda. La novia tenía gustos victorianos. Se trata de un pastiche pompeyano de lujosos mármoles, muy apropiado al encandilamiento de los ingleses el siglo XIX por la imitación de lo antiguo. Está a la izquierda según se entra.

Pero, gracias a los dioses, aquí se terminan los añadidos del pretencioso “promesso sposo”. Todo lo que sigue es digno de una visita maravillada, empezando por la gran “Sala Poussin”, repleta de paisajes de pintores franceses de la escuela romana.

Pasando luego por la “sala de los terciopelos”, la “sala da ballo” y la capilla y su antecapilla, se circula entre “bagatelas” de pintores de género como David Teniers y paisajes de flamencos e italianos, para llegar a “La Galleria”, con sus cuatro brazos.

Adyacentes a ella, sus “salette”: las de Velázquez, Settecento, Seicento, Cinquecento, Quatrocento, Aldobrandini, salas de los espejos, roja, verde, amarilla, azul y del trono.

Estamos en uno de los museos privados de arte más nutridos del mundo. Para decirlo en dos palabras, nos apabulla. Si se entra con tiempo y se ama el arte al final no sabes si reir o llorar, de emoción, claro.

Hoy nos limitaremos a empezar por…

La irreverencia de Caravaggio

Por la “Galería de los espejos” (el segundo brazo del cuadrilátero) nos aproximamos a la sala del Seicento y al cuadro de Caravaggio “Descanso en la huida a Egipto” que ya justifica toda la visita. Es una obra que confirma algo que hace única la historia y la obra de este pintor. Me refiero a que Michelangelo Merisi se dedicó a pintar seres humanos. Sólo hombres y mujeres ordinarios, tal cuales, le interesaban.

Para poder pintarlos, condicionado por la época que le tocó vivir, no tenía más remedio que servir a sus clientes. Ello implicaba trabajar sobre la historia sagrada o la mitología, pero afrontándolas con una originalidad que, en el caso de los temas bíblicos, le supuso algún rechazo por parte de comanditarios conventuales.

Además, este cuadro irrumpe en la historia de la pintura con una composición insólita. En esta escena clásica se produce una alteración de la tradición de la pintura sacra. Hay un personaje que adquiere su peso gráfico y simbólico dando la espalda al espectador y divide el cuadro en dos.  Su desnudez juvenil y sus alas sombrías,  justo al centro, separan a los principales actores de la historia, a cuya inmovilidad se contraponen sus movimientos, los de las manos, los del tronco y los de los pies. No sólo toca el violín, sino que parece contonearse con su melodía.  El viejo lo mira con una admiración que el joven no percibe. La madre, agotada, ha terminado de dar de mamar al bebé y se abandona a las armonías del violín y a las notas que aluden a ella. La música de la antífona mece al niño en su dormir y acompaña los sueños de la hermosa joven.

Un paisaje admirable, más propio de las orillas de algún río de Italia que de los oasis de Egipto, envuelve la escena.

Caravaggio no respetaba  los patrones iconográficos al uso y no sólo por la composición de sus cuadros. Los protagonistas supuestamente sagrados o mitológicos de sus cuadros son gente común, aunque se llamen Jesús, María su madre o José su padre putativo, Baco o Medusa, San Mateo o María Magdalena.

Magdalena penitente. Caravaggio.Galería Doria Pamphili.Roma

En el  “Descanso en la huida a Egipto” el realismo y la humanidad de Caravaggio se enfrentan al misterio y lo niegan. Me explico. En mi modesta opinión, el “Descanso en la huida a Egipto” es un cuadro irreverente, un sacrilegio en su sentido original, la desposesión del carácter sagrado de un objeto o creencia. Aunque Caravaggio sea irreverente de forma velada, críptica, pues no puede serlo de otro modo.

En este cuadro hay cuatro personas: María con su bebé, un hermoso joven, en funciones de ángel músico, que acoge bajo su ala oscura a la madre y al hijo, y el anciano José que le sostiene la partitura del “Tota pulchra es Maria” (antífona del siglo IV), es decir “¡María, toda tú eres hermosa!”.

El quinto en cuestión, no es humano ni angélico, es un testigo animal, un burro, cuyo ojo enorme, interrogante, asoma y lo examina todo a través del follaje, entre José y el ángel. Con este detalle surrealista, el pintor parece invitarnos a descifrar la escena. Es como si el burro del portal de Belén, humilde compañero de la fuga, con su mirada muda formulase una pregunta.

Según el Evangelio, José, devoto descendiente de David, fue convencido por un ángel de que el embarazo de su prometida era de origen milagroso, divino. María desempeñó su papel, se casaron y la fuerza y el liderazgo mesiánico de Jesús, más la leyenda y los dogmas hicieron el resto.

Creo que lo que subyace en la representación de la huida a Egipto de Michelangelo Merisi es lo que no se puede decir, pero se piensa. Es decir, un “ménage à trois”: el marido que ha aceptado a la joven madre embarazada y que, además, le sostiene la partitura al joven amante y padre de la criatura, ángel de alas oscuras, quien entona un canto a su hermosa (pulchra) amada. El niño Jesús, fruto de esos amores es el cuarto protagonista, el de insospechable futuro.

Pero este museo  también respeta el dogma con los cuadros de otros artistas. En este caso, la obra de un fraile artista, que, si bien no cumplió con su voto de castidad (¡tan hermosa era la monja que le sirvió de modelo y de amante!) al menos se ajustó a la ortodoxia iconográfica más estricta.

La reverencia de Filippo Lippi

Por ello en la misma Galería, pero -¡ay!- en los inaccesibles apartamentos reservados a los príncipes y a sus visitas, se halla el antídoto devoto contra el irreverente Caravaggio,  una soberbia Anunciación de Filippo Lippi.

Aquí el dogma está completo: la manos de Dios Padre dan suelta a la paloma, el Espíritu Santo, y la lluvia de oro fecunda el vientre virginal sin mediación de varón. La alas del arcángel Gabriel tienen el color de la aurora y en su mano izquierda sostiene un ramo de azucenas, las flores de la pureza. Por el ventanal se divisa el “hortus conclusus”, el jardín cerrado, símbolo de la virginidad de María.

Así que a cada cual según sus creencias, vuestras mercedes elijan…

En cualquier caso, por favor, no perdamos las maneras, como estos “putti” que se pelean, parece que por razones étnicas y no sabemos si también dogmáticas, en este cuadro de Andrea Podestà que también está en la Galería Doria Pamphili. Al parecer los morenos llevan las de ganar…

Continuará…


Fisionomías (III). En la Gliptoteca de Copenhague (I)

$
0
0

Hace ya años que quería visitar la Gliptoteca de Copenhague, llamada la “Ny Carlsberg Glyptotek“ por el nombre de la cervecería, cuyo dueño, Carl Jacobsen (1842-1914), constituyó una colección de esculturas (gliptoteca: colección de piedras esculpidas), principalmente de época romana, de absoluto ensueño.

En 1906, a partir de esta colección privada, se inauguró la Gliptoteca de Copenhague, un museo público, ampliado en 1996, que cuenta además, entre otras cosas, con excelentes obras de los pintores realistas daneses del XIX, una amplísima muestra de obras de Gauguin y una nutrida colección de los vaciados en bronce de las bailarinas que Degas modeló en secreto durante años en arcilla o escayola.

Por fin pude visitarla hace unas semanas, tras un breve viaje que hicimos por la costa de Escania.

Después de estas nuevas entradas que, de nuevo, voy a dedicar desde hoy a las fisionomías, no sé si me quedará aliento para añadir algo a la selección que voy a ofreceros. Tomadlo como mi “vaciado” particular, en fotos, de los rostros de la colección de esculturas, en especial romanas, que nos mantuvieron en levitación durante la visita.

No sé cuál sería la sensación de los contemporáneos de su época ante aquellas fisionomías que, de los restos de pigmentos se deduce que estaban policromadas. ¿Se acercaba su aura, pero sin la vis trágica, a las obras de los imagineros barrocos españoles? ¿O, más bien, a las policromías italianas medievales y renacentistas, más serenas?

Difícil saberlo, pues las demostraciones pedagógicas que ofrece el museo de cómo pudo ser el policromado romano se parecen más bien al de las estatuas pías de los siglos XIX y XX en las parroquias católicas.

Creo que estos rostros en piedra desnuda nos invitan, mejor que cualquier busto coloreado, a un viaje al pasado y a un diálogo silencioso con sus protagonistas.

En este blog nos hemos ya asomado a la fascinación de los rostros antiguos de Roma en los museos vaticanos (Chiaramonti), nacionales romanos (palacios Altemps y Massimo) y museos Capitolinos, así como a los de época medieval y renacentista en Siena.

Ahora estamos más al norte, pero seguimos ensimismados por un tiempo en los vestigios de un sur mediterráneo que, desde el pasado más arcaico y las colonias griegas del Egeo hasta los retratos realistas del Imperio romano, se fue para mejor quedarse.

Esta primera entrada va dedicada en especial a la mujer romana, la matrona, la joven, la amazona o la diosa, y a los niños y jóvenes de entonces, eternizados en las salas de este soberbio museo de la capital de Dinamarca (con alguna excepción griega o moderna).

La mujer, los jóvenes, los niños y las diosas de Roma

Esta bella romana lo mismo podría estar a punto de decirnos algo halagador que a dirigirnos un comentario desdeñoso…

o esta señora a amonestarnos por no sabernos la lección…

Pero hay una que podría arrastrarnos al sueño y al olvido…

y la que nos abruma con sus reproches (seguramente merecidos)…

No obstante -¡qué ilusión!- esta gentil dama quiere concedernos el siguiente baile

Aunque nuestro gozo dura poco, pues la imperial Agripina nos ordena preparar la cena de su hermano… ¡Calígula!

Así que mejor no hacernos los remolones…

En cambio, la otra Agripina, la mujer de Claudio, pasa revista a la guardia pretoriana, con majestad y absoluto dominio de la escena…

Mas… ¡hete aquí que una dama de su corte no para de mirarnos y sonreírnos subrepticiamente!

Acabado nuestro horario de trabajo, nuestra suegra nos invita a una sencilla reunión familiar, sin que se note que ha ido a la peluquería (por cierto que aquí el escultor se lució con el trépano)…

Pero ¿qué hago yo ? ¡Se me ha colado aquí una invitada de Maillol!

En fin, no creo que esta joven catalana, que llega de otra sala del museo, desentone. A pesar de que su peinado art nouveau casaría más con una cena en la Barcelona de la belle époque…

Y esta diosa de la abundancia seguro que lo entiende…

¡Esto ya es demasiado!  ¿En qué estoy yo pensando? ¿Qué hacen aquí estas jóvenes romanas del siglo XIX invitándonos a un vaso de Chianti? Me estoy equivocando de sala. Esta es una pintura de Wilhelm Marstrand (1810-1873)

Aunque si miro bien a la del vaso… ¡si es que sonríe como la diosa de la cabellera fructífera!

¡La verdad es que los siglos pasan pero las italianas permanecen!

Y, por si fuera poco, hay aquí un joven romano que podría ser incitado a beber demasiado. Si luego le para una patrulla dará positivo en el control de alcoholemia y perderá su licencia para conducir cuadrigas. Y la culpa será mía por mezclar peras con manzanas.

¡Además, qué mal ejemplo para estos chicos!

!En fin! ¡Que las diosas…

y las amazonas los amparen !

Pero ¿acaso se puede vetar un trago en un museo que lleva el nombre de Carlsberg?


De Jacob Jordaens en Bruselas al aula de dibujo de Altea y a los museos de Argelia. ¿Dónde se halla la Afrodita de Cherchell?

$
0
0
Bruselas.Museo de Bellas Artes. Vaciado del torso de  Cherchell Venus capitolina Foto R.Puig.

Bruselas.Museo Real de Bellas Artes. Vaciado del torso de Cherchell, copia de la Venus capitolina Foto R.Puig.

Es sabido que los pintores del barroco eran aficionados a crear sus gipsotecas particulares con vaciados en escayola de esculturas griegas y romanas. Es el caso de Jacob Jordaens (Amberes 1593 – 1678), como lo es también de Velázquez (Sevilla 1599- Madrid 1660). Una parte de los vaciados que se trajo este último de Italia se pueden ver, previo aviso, en la Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, que cuenta también con un taller de vaciados y reproducciones artísticas, aunque otros andan aún desperdigados y en vías de volver a la colección de la Academia.

(http://www.realacademiabellasartessanfernando.com/es/taller-de-vaciados)

Los modelos que inspiraron a Jordaens se pueden descubrir, eso sí transfigurados por su impronta genial, recorriendo la magnífica exposición Jordaens et l’Antiquité que recientemente tuve el gran placer de visitar en el Museo de Bellas Artes de Bélgica.

Alegoria de la fecundidad.Jordaens.Museo Ral de Bellas Artes  de Bélgica

Alegoria de la fecundidad.Jordaens.Museo Real de Bellas Artes de Bélgica

Por ejemplo, en su Alegoría de la fecundidad hay una Venus vista de espaldas, que domina completamente el cuadro, de la cual hay innumerables versiones por los museos más importantes de Europa, ya sea la de Cnido de Praxiteles en el Vaticano, la Medicis en Florencia, la del Louvre, la de Capua, la de Copenhague…

Venus Capitolina. Roma. Foto R.Puig

Venus Capitolina. Roma. Foto R.Puig

Parece ser que el pintor disponía de un vaciado en escayola de alguna de las versiones de la Venus de Cnido de Praxiteles, probablemente la Venus Capitolina, que algunos historiadores del arte atribuían hace años a Lisipo. En cualquier caso, las versiones de esta famosa Venus han llegado a nosotros en sus copias romanas

Hay un vaciado de la misma sin brazos en la Gipsoteca de la Universidad de La Sapienza en Roma.

Venus Capitolina. Vaciado en escayola. Gipsoteca de Roma. Foto R.Puig

Venus Capitolina. Vaciado en escayola sin brazos. Gipsoteca de Roma. Foto R.Puig

De algunas de ellas, a juzgar por el vaciado de Bruselas, sólo quedó el torso. Uno de estos torsos de Venus se exhibe a la entrada de la exposición en una copia en escayola, de las que de forma impecable realiza y vende el taller de vaciado del Museo Real de Arte e Historia de Bélgica

(http://www.plastercastcollection.org/en/database.php?d=lire&id=5)

Es la que encabeza este artículo del blog, es decir la que me llevó a rastrear su existencia en algún museo de Argelia.

Museo de Cherchell.Argelia

Museo de Cherchell.Argelia

La llamada Afrodita de Cherchell

¿Dónde está pues el original romano?

La cartela del Museo de Bellas Artes de Bruselas nos informa de que este torso es copia de  una escultura  llamada La afrodita de Cherchell y añade que a este vaciado, tan utilizado en las aulas de dibujo de las facultades de Bellas Artes, corresponde un original que se halla en un museo de Argelia.

Indagando (es decir “googleando”) consigo encontrar una antiquísima foto de Félix-Jacques-Antoine Moulin (1802 – después de  1875) reproducida sobre papel albuminado, que forma parte de uno de los tres volúmenes, consagrados a las fotografías que tomó en la Argelia colonial entre 1856 y 1857 sobre placas de cristal al collodio (Biblioteca del castillo de Fontainebleau) y que dedico a Napoleón III.

Afrodita de Cherchell  y otros fragmentos.Foto de Felix Moulin. L'Algerie photographiée, 1856-57 (Biblioteca  del castillo de Fointainebleau)

Afrodita de Cherchell y otros fragmentos.Foto de Felix Moulin. L’Algerie photographiée, 1856-57 (Biblioteca del castillo de Fointainebleau)

La foto corresponde a los hallazgos de las excavaciones arqueológicas francesas de las ruinas de la antigua ciudad romana ubicada en la Cherchell de hoy, ciudad puerto en las orillas del Mediterráneo, al oeste de Argel.

Según la cartela de la exposición de Bélgica, el torso de época romana es parte de una copia de la Afrodita Capitolina de Roma y está en el museo de Cherchell. Sin embargo no aparece en las listas ni en las escasas imágenes de sus salas que encuentro por Internet.

Al final descubro que está catalogado en Argel como la venus de Cherchell (siglos I a III) réplica de la Venus del Capitolio y copia muy rara de la estatuaria griega.

Sala de Bellas Artes.Museo de Argel.Foto Skyscrapercity

Sala de Bellas Artes.Museo de Argel.Foto Skyscrapercity

En sus salas, por lo que se ve en el sitio web, no aparece. Así que de este hermoso desnudo que figura en el catálogo del Museo Nacional de Antigüedades y Artes Islámicas de Argelia me ha sido imposible encontrar fotos actuales (http://www.m-culture.gov.dz/mc2/fr/fiche_site.php?id=4). Quizás lo tengan en algún cajón de la reserva. Si alguien sabe algo agradeceré que me lo comente. Lo pondremos en el blog. Por el momento nos tenemos que limitar a su vaciado en escayola de Bélgica o, last but not least, al que existe en Altea.

Altea. Aula de dibujo.Vaciado del torso de  Cherchell Venus Capitolina Foto R.Puig.

Altea. Aula de dibujo.Vaciado ¿del torso de Cherchell? Venus Capitolina Foto R.Puig.

En el aula de dibujo de la Facultad de Bellas Artes de Altea

Decía más arriba que los alumnos de dibujo suelen ejercitarse en aulas donde los vaciados de la estatuaria antigua ponen a prueba sus habilidades con el carboncillo, el grafito o la pierre noire. Es la tradición académica.

La foto corresponde a la gipsoteca del aula de dibujo de primer año en la Facultad de la Universidad Miguel Hernández en el Campus de Altea. Los aprendices de artista pueden deducir que lo que tienen delante es un torso de Venus, aunque detalles no se dan.

Torso de Venus Capitolina. ¿Versión de Cherchell? Vaciado de Altea. Dibujo R.Puig

Torso de Venus Capitolina. ¿Versión de Cherchell? Vaciado de Altea. Dibujo R.Puig

Torso de Venus Capitolina. ¿Versión de Cherchell? Vaciado de Altea. Dibujo R.Puig

Torso de Venus Capitolina. ¿Versión de Cherchell? Vaciado de Altea. Dibujo R.Puig

Pasé por ese aula hace cuatro años, de la mano de un excelente profesor, Eduardo Marín, y aprovecho para dar fe de mis ejercicios con alguno de mis dibujos de entonces que presento en paralelo con el modelo de Bélgica, idéntico al de Altea, y una foto al escorzo del original capitolino completo.

Si hay mérito lo debo a la calidad de mi profesor, si defectos (que los hay) pertenecen al dibujante. ¡Que Afrodita me los perdone!

Bruselas.Museo de Bellas Artes. Vaciado del torso de  Cherchell Venus capitolina 2 Foto R.Puig.

Bruselas. Museo de Bellas Artes. Vaciado del torso de Cherchell. Venus capitolina Foto R.Puig.

Torso de Venus Capitolina. Vaciado de Altea.¿Copia de Cherchell? Dibujo R.Puig.

Torso de Venus Capitolina.  Vaciado de Altea. ¿Copia de Cherchell? Dibujo R.Puig.

Vista lateral de la Venus Capitolina. Roma. Foto R.Puig

Vista parcial de la Venus Capitolina. Roma. Foto R.Puig

En definitiva ¡largos han sido los recorridos de la Venus Capitolína, desde  la Grecia del siglo IV antes de Cristo a la Roma y a las costas del Magreb de los primeros siglos de la era cristiana! ¡Para fondear en las aulas de Altea, también sobre el Mediterráneo, tras haber pasado por otras costas, las del mar del Norte, en el estudio de Jordaens en Amberes y en los talleres de vaciado de Bélgica!

En cualquier caso, si tenéis la posibilidad ¡no os perdáis la exposición de Jacob Jordaens en Bruselas!

Museo de Bellas Artes de Bruselas. Salon de entrada.

Museo de Bellas Artes de Bruselas. Salón de entrada. Foto R.Puig


Fisionomías (V). En el Museo de Bellas Artes de Valencia (I): miradas al cielo

$
0
0
Cúpula del Museo de Bellas Artes de Valencia San Pio V. Foto R.Puig

Cúpula del Museo de Bellas Artes de Valencia San Pio V. Foto R.Puig

El Museo de Bellas Artes de Valencia está emplazado en un antiguo seminario diocesano, fundado en el siglo XVII  por un arzobispo e inquisidor general dominico. Por ello pienso que lo mejor es comenzar la serie de Fisionomías que le voy a dedicar por aquellos rostros de la pinacoteca que están mirando al cielo.

Como ya hemos explicado en mi brevería erasmiana del 9 de enero de este año, dice Quintiliano que el levantar los ojos a lo alto es un defecto de oratoria y puede ser signo de nerviosismo ante el público.

Por desgracia, en estos últimos tiempos ciertos dirigentes políticos miran al techo o para otro lado para no dar las explicaciones que exige la ciudadanía  A ésta, sobre todo a los seis millones de parados, si es que todavía creen en Dios, no le van dejando otro recurso que dirigir su vista al cielo.

Vueltos hacia lo alto

Cuando visité hace unos días el Museo de Bellas Artes de Valencia, encontré algunas fisionomías en esta actitud. Es una pose ambigua, en ocasiones se mira a lo que escapa y en otras a lo que se espera.

Una manita por favor

an Antonio de Padua. Valdes Leal. s.XVII. Museo Bellas Artes Valencia. Detalle. Foto R.Puig.J

San Antonio de Padua. Valdes Leal. s.XVII. Museo Bellas Artes Valencia. Detalle. Foto R.Puig

Escenas de la vida de Jesús. Francisco de Osona, ss.XV y XVI. Museo Bellas Artes Valencia. Detalle. Foto R.Puig

Escenas de la vida de Jesús. Francisco de Osona, ss.XV y XVI. Museo Bellas Artes Valencia. Detalle. Foto R.Puig

Heroicos

He seleccionado dos miradas de héroes: la de un San Francisco Javier pintado por Sorolla en 1891, una de las raras obras de temática religiosa del pintor valenciano. Probablemente tuvieron algo que ver con este cuadro la presencia en el Instituto que hoy lleva el nombre de Luis Vives, y que fue el antiguo Colegio San Pablo de los jesuitas, de una escultura de San Francisco Javier  en el retablo del altar de la capilla y de un óleo con el mismo personaje en el despacho del director.  Sorolla pintó “El patio del Instituto”, dos años antes del cuadro que nos ocupa.

Pero la fisionomía del famoso navarro presenta un paralelismo sorprendente con el San Lorenzo de Urbano Fos (1615-1658), pintor “ribaltesco” nacido en la provincia de Tarragona y muerto en Valencia, una obra que encontramos no lejos de las salas de Sorolla y que procede de una coleccion particular.

Aunque haya unas constantes iconográficas, digamos un manierismo de escuela, en la forma de pintar santos en trance de sufrir (en este caso un misionero perdido en Asia  y un oscense condenado a la parrilla) las especulaciones os las dejo a vosotros.

Joaquin Sorolla. San Francisco Javier. Museo Bellas Artes Valencia. Detalle. Foto R.Puig.

Joaquin Sorolla. San Francisco Javier. Museo Bellas Artes Valencia. Detalle. Foto R.Puig.

Urbano Fos. San Lorenzo. S.XVII. Museo Bellas Artes Valencia. Detalle. Foto R.Puig.

Urbano Fos. San Lorenzo. S.XVII. Museo Bellas Artes Valencia. Detalle. Foto R.Puig.

Traspuestos

Si hay un acontecimiento legendario en el que un grupo numeroso queda traspuesto por un fenómeno paranormal venido del cielo, este es el de Pentecostés. Un colectivo entero no sólo  recibe una inyección de adrenalina sobrenatural, sino que, además, el Espíritu Santo les injerta a todos un chip políglota en el cerebro.

Un cuadro soberbio de Nicolás Borrás (1530-1610) ilustra ese momento. El pintor retrató, con miradas turulatas, a todos los protagonistas de ese episodio neotestamentario.

Presento, de corrido y sin más comentarios, una selección de estos rostros. Cuando este pintor renacentista, discípulo de Juan de Juanes. ejecutó ese gran cuadro era monje en el Monasterio de San Jerónimo de Cotalba de Gandía.

Pentecostés. Nicolas Borras. ss. XVI y XVII. Museo Bellas Artes Valencia. Detalle. Foto R.Puig

Pentecostés. Nicolás Borrás. Museo Bellas Artes Valencia. Detalle. Foto R.Puig

Pentecostés. Nicolas Borrás. ss. XVI y XVII. Museo Bellas Artes Valencia. Detalle. Foto R.Puig

Pentecostés. Nicolas Borrás. Museo Bellas Artes Valencia. Detalle. Foto R.Puig

Pentecostés. Nicolas Borrás. ss. XVI y XVII. Museo Bellas Artes Valencia. Detalle. Foto R.Puig

Pentecostés. Nicolás Borrás.Museo Bellas Artes Valencia. Detalle. Foto R.Puig

Pentecostés. Nicolas Borrás. Museo Bellas Artes Valencia. Detalle. Foto R.Puig

Pentecostés. Nicolas Borrás. Museo Bellas Artes Valencia. Detalle. Foto R.Puig

Pentecostés. Nicolas Borrás. Museo Bellas Artes Valencia. Detalle. Foto R.Puig

Pentecostés. Nicolas Borrás. Museo Bellas Artes Valencia. Detalle. Foto R.Puig

Pentecostés. Nicolas Borrás. Museo Bellas Artes Valencia. Detalle. Foto R.Puig

Pentecostés. Nicolas Borrás. Museo Bellas Artes Valencia. Detalle. Foto R.Puig

Pentecostés. Nicolas Borrás. Museo Bellas Artes Valencia. Detalle. Foto R.Puig

Pentecostés. Nicolas Borrás. Museo Bellas Artes Valencia. Detalle. Foto R.Puig

Pentecostés. Nicolas Borrás. Museo Bellas Artes Valencia. Detalle. Foto R.Puig

Pentecostés. Nicolas Borrás. Museo Bellas Artes Valencia. Detalle. Foto R.Puig

Doloridos

No lejos del grupo de los iluminados por las llamas de Dios, están los martirizados por el dolor de un dios que muere o por el propio dolor que les lleva a la muerte.

Calvario. Luis de Morales. Museo Bellas Artes Valencia. Detalle. Foto R.Puig

Calvario. Luis de Morales. Museo Bellas Artes Valencia. Detalle. Foto R.Puig.

Martirio de San Marcelo. Jeronimo Jacinto de Espinoza. S. XVII. Museo Bellas Artes Valencia. Detalle. Foto R.Puig

Martirio de San Marcelo. Jeronimo Jacinto de Espinoza. Museo Bellas Artes Valencia. Detalle. Foto R.Puig

Extasiados

Sin sufrimiento ni llamas o truenos, con suavidad y placer, hay otras miradas hacia el cielo, las miradas del éxtasis, entre las que destaca sin duda Santa Teresa de Jesús, que en este cuadro de Ribera (realismo obliga) parece sin embargo tener bien controlado su éxtasis, con los pies en la tierra y un conatode sonrisa de connivencia con Dios.

Santa Teresa. Jose de Ribera. Museo Bellas Artes Valencia. Detalle. Foto R.Puig.J

Santa Teresa. Jose de Ribera. Museo Bellas Artes Valencia. Detalle. Foto R.Puig.J

No en vano, en este cuadro, la reformadora aparece en el trance de escribir sus normas bajo la inspiración del Espíritu Santo.

Ribera. Santa Teresa. Museo de Bellas Artes. Valencia. Foto R.Puig

Ribera. Santa Teresa. Museo de Bellas Artes. Valencia. Foto R.Puig

Camino del cielo

¿Y y que ocurre cuándo ya no se mira al cielo? ¿Cuándo ya estamos en el cielo, cómo se mira?

Pues bien, ya no hacer falta mirar, se cierran los ojos y basta. El fraile trinitario Simón de Rojas alcanza la paz en 1624, después de una vida ajetreada, redimiendo cautivos en el norte de África, distribuyendo rosarios por Madrid, ejerciendo de confesor de la reina, polemizando con los conversos que habitaban los barrios pobres de la ciudad y ayudando a las víctimas de las epidemias, desde una perspectiva moral extremadamente severa ante los vicios de la chusma y los castigos divinos.

http://www.oraciondelhuerto.es/simon_rojas.htm

El homenaje que le rinde  Velázquez es  una obra maestra de pintura funeraria, en la que el joven pintor no omite un detalle realista: un hematoma sobre el parietal derecho del difunto.  ¿Fruto de una caída causada por el probable ictus que le causa la muerte? El fraile apareció muerto sobre el suelo de su celda…

Velazquez. El fraile trinitario Simon de Rojas difunto. Detalle .Museo Bellas Artes. Valencia. Foto R.Puig

Velázquez. El fraile trinitario Simón de Rojas difunto. Detalle. Museo Bellas Artes. Valencia. Foto R.Puig

Otro rincón de calma

Aunque no es el cielo, tiene algo de rincón de paz. Es el claustro renacentista del antiguo seminario y hoy museo. Con esta foto cerramos por hoy.

Claustro del Museo de Bellas Artes de Valencia.Foto R.Puig

Claustro del Museo de Bellas Artes de Valencia.Foto R.Puig


En el Museo de Bellas Artes de Valencia (II). Paisajistas de Roma y Holanda entre los siglos XVII y XVIII

$
0
0
Museo de Bellas Artes San Pío V de Valencia. Foto R.Puig

Museo de Bellas Artes San Pío V de Valencia. Foto R.Puig

En las exposiciones temporales del Museo San PíoV suele encontrarse algo de público. En las salas de la colección permanente me podía pasear solo.

Parece que los turistas que vienen a Valencia prefieren ir a ver como se deterioran las techumbres de Calatrava en la Ciudad de las Artes y de las Letras, mientras que las verdaderas obras de arte, en las salas del Museo de Bellas Artes de Valencia, muchas de ellas dignas de que la gente haga cola para verlas, como ocurre en Madrid o en París, esperan en silencio a que alguien se acuerde de ellas, mientras en la semipenumbra del museo brillan con luz propia.

Así que, teniendo la sala para mí solo, examino a placer los trece cuadros de paisajes romanos y holandeses del siglo XVII y principios del XVIII que vibran en sus paredes.

Esaias van den Velde

Esaias van den Velde. Paisaje con dunas y soldados. Detalle. Museo BBAA ValenciaFoto R.Puig

Esaias van den Velde. Paisaje con dunas y soldados. Detalle. Museo de Bellas Artes. Valencia. Foto R.Puig

Comienzo por una de las dos obras del Museo que no tienen que ver con Italia,  un paisaje con dunas y soldado de Esaias van den Velde (Amsterdam 1587 – La Haya 1630), quien precisamente fue maestro de Jan van Goyen, con quien acabaremos esta entrada.

Pero el grueso de la colección la forman los paisajes de un pintor flamenco que se enamoró espiritual y físicamente de Italia.

Jan Frans van Bloemen (apodado Orizzonte)

Creo que sólo la colección Doria Pamphili de Roma puede competir con el San Pío V en número de paisajes del pintor flamenco Jan Frans van Bloemen (Amberes 1662-Roma 1749). Llegó a Italia con 23 años, en 1685, junto con su hermano mayor, también pintor. Se casó en Roma en 1692 y allí vivió y trabajó hasta su muerte, dejando un enorme legado de composiciones, en los que su visión idealista, bucólica o mitológica emula a la de Nicolas Poussin (Normandia 1594-Roma 1665) y la de Gaspar Dughet (Roma 1615-1675), en la construcción de la perspectiva aérea con un escalonamiento de planos y de tonos que guían la vista desde las figuras hasta las montañas y los horizontes lejanos.

Siguiendo la tradición de trabajo en equipo de los talleres de los maestros de entonces, durante la época en que su hermano Pieter estuvo en Italia con él (1685-1692), era él el encargado de pintar los animales que aparecían en los paisajes de Jan Frans. En cuanto a los personajes pastoriles o mitológicos, el especialista era Placido Constanci, un pintor muy poco conocido.

En la colección de la Doria Pamphili hay diecisiete paisajes de Jan Frans van Bloemen y en la Galería Corsini cuatro, todos de carácter bucólico o mitológico, con la característica visión idealizada del paisaje y de sus personajes y el encaje de algún detalle relativamente realista como son las cascadas de Tívoli o de Terni.

El museo de Valencia cuenta con diez magníficos paisajes de van Bloemen, todos acordes con sus constantes estilísticas, pero con una exclusiva que no tienen los de la Doria Pamphil como son las arquitecturas realistas que integra en el paisaje.

En uno de ellos, el pintor ha trasplantado, desde la Via Appia de Roma, la tumba de Cecilia Metella

Jan Frans van Bloemen. Paisaje del Lazio con torre y figuras. Detalle. Museo BBAA Valencia.Foto R.Puig

Jan Frans van Bloemen. Paisaje del Lazio con torre y figuras. Detalle. Museo de Bellas Artes. Valencia.Foto R.Puig

Y, en otro, el ábside de la iglesia de San Giovanni e Paolo de Roma

Jan Frans van Bloemen. Paisaje del Lazio con el ábside de la iglesia romana de San Giovanni e Paolo. Detalle. Museo BBAA Valencia.Foto R.Puig

Jan Frans van Bloemen. Paisaje del Lazio con el ábside de la iglesia romana de San Giovanni e Paolo. Detalle. Museo Bellas Artes de Valencia.Foto R.Puig

Hay dos que corresponden a puentes romanos sobre el Tíber, tal como estaban en aquella época

Jan Frans van Bloemen. Puente Milvio. Detalle. Museo BBAA Valencia.Foto R.Puig

Jan Frans van Bloemen. Puente Milvio. Detalle. Museo Bellas Artes. Valencia.Foto R.Puig

Así ocurre con el hermoso óleo del Ponte Milvio, cuya versión actual difiere bastante, debido a los desastres de las guerras del siglo XIX.

Ponte Milvio. Foto R.Puig

Ponte Milvio. Foto R.Puig

De forma parecida, el artista retrata el Ponte Salario, del cual hoy en día, gracias a las tropas francesas y a las papales, no quedan más que unos mínimos restos de los contrafuertes.

Jan Frans van Bloemen.Puente Salario. Museo BBAA Valencia.Foto R.Puig

Jan Frans van Bloemen.Puente Salario. Museo Bellas Artes. Valencia.Foto R.Puig

¡Una maravilla de puente que databa del tiempo de los ostrogodos!

Piranesi.Ponte Salario. Engraving. Wikipedia.

Piranesi. Ponte Salario. Engraving. Wikipedia. Grunwald Center for the Graphic Arts
Rudolf L. Baumfeld Bequest

Como prueba de la fidelidad del cuadro de van Bloemen valga un grabado de Piranesi del mismo puente, casi un siglo más tarde.

Siguiendo con el Tíber, el pintor reproduce una vista del Porto della Legna, hoy desaparecido, que estaba muy cerca de la Piazza del Popolo

Jan Frans van Bloemen. Vista del Porto della Legna en Roma. Detalle. Museo BBAA Valencia.Foto R.Puig

Jan Frans van Bloemen. Vista del Porto della Legna en Roma. Detalle. Museo Bellas Artes. Valencia.Foto R.Puig

Y las riberas del río a la altura de Acqua Acetosa, donde el Tíber traza una curva y crea una cala de aguas profundas, cerca de la célebre fuente de aguas ferruginosas del mismo nombre y  de lo que es hoy el barrio del Parioli

Jan Frans van Bloemen. Vista del Tiber en Acqua Acetosa. Detalle. Museo BBAA Valencia.Foto R.Puig

Jan Frans van Bloemen. Vista del Tiber en Acqua Acetosa. Detalle. Museo Bellas Artes. Valencia.Foto R.Puig

La cascada de Tívoli presenta en el fondo una vista de la ciudad como se veía en aquella época.

Jan Frans van Bloemen . Cascada de Tívoli. Detalle. Museo BBAA Valencia.Foto R.Puig

Jan Frans van Bloemen . Cascada de Tívoli. Detalle. Museo Bellas Artes. Valencia.Foto R.Puig

En contraste, el mismo tema es completamente idealizado por el pintor en otro cuadro que pertenece a la colección Doria Pamphili.

Jan Frans van Bloemen. Paisaje con las cataratas de Tívoli. Detalle. Colección Doria Pamphili

Jan Frans van Bloemen. Paisaje con las cascadas de Tívoli. Detalle. Colección Doria Pamphili

Los otros tres cuadros de van Bloemen en el Museo de Valencia corresponden a los estándares habituales del artista.

Una composición genérica con su lago, su cascada y sus figuras

Jan Frans van Bloemen. Paisaje con cascada, lago y figuras. Detalle. Museo BBAA Valencia. Foto R.Puig

Jan Frans van Bloemen. Paisaje con cascada, lago y figuras. Detalle. Museo Bellas Artes. Valencia. Foto R.Puig

y un paisaje del Lazio y la luz, la luz de Roma.

Jan Frans van Bloemen . Paisaje del Lazio con figuras. Detalle. Museo BBAA Valencia.Foto R.Puig

Jan Frans van Bloemen . Paisaje del Lazio con figuras. Detalle. Museo Bellas Artes. Valencia.Foto R.Puig

El siguiente artista  es romano de nacimiento

Paolo Anesi

Junto a las obras de van Bloemen, el museo exhibe dos paisajes de Paolo Anesi (Roma 1697-1773).

Es un pintor completamente romano, influido por sus contemporáneos el holandés Gaspar van Wittel o Vanvitelli (Amesfoort 1652/53 – Roma 1736), autor de innumerables vedute,  y Andrea Locatelli (Roma 1695 – 1741). Artista de aires aristocráticos, también refleja las maneras de Lorrain, Dughet y van Bloemen. La galería Corsini cuenta con valiosas obras de todos ellos, excepto del francés.

Paolo Anesi. Paisaje con pastores y ganado.Detalle. Museo BBAA Valencia.Foto R.Puig

Paolo Anesi. Paisaje con pastores y ganado.Detalle. Museo Bellas Artes. Valencia.Foto R.Puig

Paolo Anesi. Paisaje fluvial con puente.Detalle. Museo BBAA Valencia.Foto R.Puig

Paolo Anesi. Paisaje fluvial con puente.Detalle. Museo Bellas Artes. Valencia.Foto R.Puig

Y, detalle de un pintor romano, es el único cuadro de la serie en el que aparece un pino de Roma.

Jan van Goyen

Una obra de Jan van Goyen (Leyden, 1596-La Haya 1656) completa esta hermosa colección del  Museo de Bellas Artes de Valencia. Este pintor barroco, que nunca viajó a Italia, es clasificado como realista. Pero pienso que, como ocurre con  Rembrandt, hay algo de ensueño romántico en no pocas de sus obras.

Se trata de un paisaje holandés con su río, su torre y su embarcadero.

Jan van Goyen. (Leyden, 1596-La Haya 1656) Paisaje fluvial con torre y embarcadero. Museo BBAA Valencia.Foto R.Puig

Jan van Goyen. (Leyden, 1596-La Haya 1656) Paisaje fluvial con torre y embarcadero. Museo Bellas Artes. Valencia.Foto R.Puig

 

Conclusión

Museo de Bellas Artes de Valencia.Foto R.Puig

Museo de Bellas Artes de Valencia.Foto R.Puig

Por el momento, parece que las agencias de viajes seguirán atrayendo más turistas hacia el gigantesco insecto pretenciosamente bautizado como la “Ciudad de las Artes y las Letras”, durante la década del despilfarro y falsa apariencia que afligió y esquilmó a la Comunidad Valenciana, mientras al Museo San Pío V se le negaban el pan y la sal.

La llamada Ciudad de las Artes y las Letras. Valencia. Foto R.Puig

La llamada Ciudad de las Artes y las Letras. Valencia. Foto R.Puig

Lo que me temo es que, contrariamente a Roma, las ruinas del coleóptero de Calatrava dentro de mil seiscientos años no podrán inspirar demasiado a los pintores del paisaje.

Puede que,  sin embargo, las torres de Serranos y el venerable edificio del Museo de Bellas Artes, al otro lado del antiguo lecho del Turia,  sigan en pie, acosadas quizás por las aguas del Mediterráneo, como una extensión de Venecia, pero atractivas para el ojo del artista. Tras los muros del museo, confío en que sus colecciones sigan aguantando, al fin y al cabo no están hechas de resina, de plástico o de fibra de vidrio, como los caros maniquíes de la Feria ARCO de Madrid

Torres de Serranos. Valencia.Foto R.Puig

Torres de Serranos. Valencia.Foto R.Puig

Apéndice: reflexiones sobre el origen del concepto de paisaje

La palabra paisaje se deriva de país y aparece en las lenguas romances en el siglo XVI, inicialmente como una expresión utilizada por los pintores para denominar los cuadros paisajísticos. Pronto adquiere el otro sentido, el de una extensión de territorio que el ojo puede abarcar como conjunto. De este modo ambos sentidos, el propio y el figurado, se asocian. Ya no va por un lado el paisaje “real” y por otro su “figuración”, sino que lo propio del paisaje es presentarse como “configuración” del “país”.

El término aparece en una época en que el paisaje irrumpe en la pintura europea cuando  el decorado invade el lugar de las figuras y de la escena a las que debía servir de fondo, como ya ocurre con Patinir a fines del siglo XV.

Pero el “sentimiento” que inspira el paisaje no está necesariamente vinculado a la “naturaleza”.  Hay un sujeto que percibe. El lugar no se transforma en paisaje si no es in visu,  pues  se da como “conjunto” a partir de un punto de vista y el foco de la visión reside en el sujeto. De modo que el paisaje se distingue de la extensión geométrica, objetiva, geográfica; es un espacio percibido y/o concebido, y, por tanto, irreductiblemente subjetivo.

No es indiferente que el paisaje aparezca en Europa con el Renacimiento y su afirmación del individuo.

En el paisaje parecen coincidir todos los componentes subjetivos de un co-nacimiento con el mundo que el conocimiento moderno del universo no podía ya asumir: sensaciones, percepciones, impresiones e incluso afecciones, emociones e imaginaciones. Porque, a pesar del primado que la tradición occidental confiere a la vista, el paisaje no se puede reducir a un puro espectáculo. Se ofrece igualmente a los otros sentidos y concierne al sujeto todo entero, cuerpo y alma. No se da sólo a ver, sino a sentir y resentir. En él la distancia se mide por el oído y el olfato, por la intensidad de los ruidos y por la circulación de las corrientes del aire y sus efluvios; la proximidad se experimenta por la calidad táctil de un contorno, por la tonalidad de una luz, por el sabor de una coloración.

Michel Collot, Paysage et poésie du romantisme à nos jours. Paris, José Corti, 2005. Extractos de la introducción del autor (traducción propia)


El color en la pintura sueca de la primera mitad del siglo XX (I): Los coloristas de Gotemburgo

$
0
0
Ivan Ivarson.Paisaje fluvial.Museo BBAA.Gotemburgo. Foto R.Puig

Ivan Ivarson.Paisaje fluvial.Museo de Bellas Artes.Göteborg. Foto R.Puig

Puede que se piense que los pintores suecos, a causa del clima, tendrían que ser sombríos y de oscura paleta.  Pero el color en la pintura nórdica no se apaga al salir del norte de Jutlandia donde la luz (y el color) de los pintores de Skagen creó una legendaria escuela a finales del siglo XIX, por la misma época en que Joaquín Sorolla deslumbraba en España y su amigo Anders Zorn hacia lo propio en Suecia. Pero de todo esto hay mejor y abundante información en la Wikipedia.

Menos conocido fuera de su país es Carl Wilhelmson (1866 -1928) pintor de la región de Bohusland y de Gotemburgo que pasó una buena temporada en Andalucía, en su viaje de estudios entre Leipzig, París y España.

Carl Wilhemson.Tres mozas de Granada Galeria Falhaes.

Carl Wilhemson.Tres mozas de Granada. Detalle. Galeria Fahlnaes. Göteborg. Foto R.Puig.

Los coloristas de Gotemburgo

Pero es más tarde cuando la explosión libre del color en la pintura sueca adquiere las características de las vanguardias parisinas.

Ya hace años, en mis primeras visitas al Museo de Bellas Artes de Gotemburgo me llamó la atención el audaz colorismo de una serie de pintores suecos de la primera mitad del siglo XX. Y, hace apenas tres años, tuve oportunidad de conocer la magnífica colección de pintura y escultura del modernismo sueco de la Galería Fahlnaes. Esta galería acumula los conocimientos y la experiencia de tres generaciones de prestigiosos coleccionistas de pintura y escultura suecas, desde finales del siglo XIX hasta la segunda mitad del siglo XX.

Galeria Fahlnaes. Gotemburgo .Foto R.Puig

Galeria Fahlnaes. Göteborg. Foto R.Puig

Fue en mis visitas a esa galería donde empecé a sentir el atractivo de las obras de los coloristas de Gotemburgo (Göteborgskoloristerna), fuertemente informales, al borde a veces de la iconoclastia técnica, pero vigorosas y con gran impacto visual y poético, así como la obra de otros pintores suecos, no menos coloristas, que ya había frecuentado en el museo.

La influencia de los pintores de vanguardia activos en Francia por aquellos años del comienzo de siglo se fue dejando sentir, de forma más marcada en Gotemburgo, gracias a la difusión del fauvismo y el posimpresionismo a través de artistas suecos que habían trabajado en París.

Tor Bjuström. Barcas de vela. Galeria Fahlnaes.Foto R.Puig

Tor Bjurström. Barcas de vela. Galeria Fahlnaes. Göteborg. Foto R.Puig

El más rompedor, para aquella época, maestro del grupo de Gotemburgo, fue Tor Bjurström (1888 – 1966).

Tras haber pasado un tiempo como discípulo de Matisse, volvió a Gotemburgo para ejercer como profesor de pintura en los años veinte en la Valands Konstskola, que sigue siendo una innovadora Escuela de Bellas Artes en el centro de la ciudad.

En torno a su labor docente se formaron los coloristas de Gotemburgo, inspirados por las obras de pintores como su maestro Henri Matisse o Pierre Bonnard. El nombre del grupo lo consagró un libro, hoy agotado, que un crítico de arte les dedicó en 1948.

Ivan Ivarsson.Flores.Galeria Fahlnaes.Foto R.Puig

Ivan Ivarsson.Flores.Galeria Fahlnaes.Göteborg.Foto R.Puig

Ivan Ivarson (1900-1939) fue un o de ellos.

Formó parte también del grupo “Color y Forma” (Färg och Form) de Estocolmo, pero antes fue uno de los alumnos más destacados de Bjurström en Gotemburgo.

Ivan Ivarsson.Hagen.Galeria Falhnaes.Foto R.Puig

Ivan Ivarsson.Hagen.Galeria Falhnaes.Göteborg.Foto R.Puig

Hay cuadros suyos tanto en el Museo de Gotemburgo como en la galería Fahlnaes. Murio en París.

Ragnar Sandberg. Recogiendo ciruelas..Museo BBAA.Gotemburgo. Foto R.Puig

Ragnar Sandberg. Recogiendo ciruelas.Museo de Bellas Artes. Göteborg. Foto R.Puig

Otro miembro del grupo fue Ragnar Sandberg (1902-1972) en quien la influencia del maestro se deja sentir más por su acentuado informalismo, casi naïf , que en la osadía colorista. Su obra recogiendo ciruelas recuerda el el estilo de Bonnard.

Ragnar Sandberg.El autobús azul.Museo BBAA.Gotemburgo. Foto R.Puig.

Ragnar Sandberg. El autobús azul. Museo de Bellas Artes.Göteborg. Foto R.Puig.

Está ampliamente representado en el Museo de Gotemburgo.

Inge Schiöler. Invierno en Bohuslan.Museo BBAA.Gotemburgo. Foto R.Puig

Inge Schiöler. Invierno en Bohuslan. Museo de bellas Artes.Göteborg. Foto R.Puig

También está bien representada en el Museo de Bellas Artes la obra de Inge Schiöler (1908-1971) .

En las telas de este pintor de gesto expresionista explota el color y los paisajes del Bohuslan adoptan unos tonos que recuerdan en ocasiones a los paisajistas de Céret

Inge Schiöler.Kummel (Hito costero).Galeria Fahlnaes. Foto R.Puig

Inge Schiöler. Kummel (Hito costero).Galeria Fahlnaes. Göteborg. Foto R.Puig.

La actual colección Fahlnaes cuenta con varios cuadros suyos. 

Åke Göransson. Lirios.Museo de Bellas Artes.Gotemburgo. Foto R.Puig

Åke Göransson. Lirios.Museo de Bellas Artes.Göteborg. Foto R.Puig

No hay que olvidar a Åke Göransson (1902 -1942), pintor que, detrás de un aparente descuido, demuestra una habilidad especial para la composición de los colores.

Durante la última década de su vida la esquizofrenia le fue alienando de sí mismo.

Åke Göransson. Calle.Museo BBAA.Gotemburgo. Foto R.Puig

Åke Göransson. Calle. Museo de Bellas Artes.Göteborg. Foto R.Puig

Entre los coloristas se agrupa también a Nils Nilsson (1901-1949) que nació y murió en Gotemburgo.

Nils Nilsson.Autorretrato.www.jeffwerner.se

Nils Nilsson.Autorretrato.

Nilsson dedicó un cuadro a la Guerra Civil española (“Inbördeskriget”) que, por desgracia no he podido encontrar, y representó a Suecia en la Bienal de Venecia en 1942, en plena guerra mundial. Sólo he podido encontrar un autorretrato suyo en: www.jeffwerner.se

Continuará…



El color en la pintura sueca de la primera mitad del siglo XX (y II): Otras corrientes

$
0
0
Anders Sandströim. Nuestro pan cotidiano.Galeria Fahlnaes.Gotemburgo.Foto R.Puig

Anders Sandström. Nuestro pan cotidiano.Galeria Fahlnaes.Gotemburgo.Foto R.Puig. En su lucha darwiniana por la perpetuación de la especie, un mirlo duda entre comerse las bayas del bosque o al gusano que se alimenta de ellas.

Para enlazar con la entrada del 7 de abril encabezo este artículo con una imagen de la galería en la que empecé a familiarizarme con el colorismo sueco. Sobre el fondo de los cuadros que comentaba aquel día se destaca un pequeño bronce titulado “el pan nuestro de cada día”, obra de un escultor contemporáneo, Anders Sandström, hoy ya jubilado, que compatibilizó muchos años de su carrera diplomática en Latinoamérica con la escultura de animales en bronce.

Unos artistas abiertos a las vanguardias de la pintura europea

Axel Nilsson.Mujer con amarylis. Museo de Bellas Artes de Gotemburgo.

Axel Nilsson.Mujer con amarylis. Museo de Bellas Artes de Gotemburgo.

Y sigo con la presentación de otros pintores suecos  que también mostraron gran osadía en el manejo de tonos fuertemente saturados o en los juegos de complementariedad colorista heredados del posimpresionismo.

Karl Isakson. Bodegon.Museo BBAA.Gotemburgo.Foto R.Puig.

Karl Isakson. Bodegón.Museo de Bellas Artes.Gotemburgo.Foto R.Puig.

Karl Isakson.Modelo reclinada.Museo BBAA.Gotemburgo.Foto R.Puig.

Karl Isakson.Modelo reclinada.Museo Bellas Artes.Gotemburgo.Foto R.Puig.

Karl Isakson (1878 – 1922). Completó sus estudios de arte en Italia y Alemania, pero fueron sus viajes a París en 1911 y 1914, con su descubrimiento de la pintura de Cezanne y de Picasso, los que cambiaron su estilo.

Acabó instalando su taller en Copenhague.

Johan Johansson.JDetalle autorretrato.Museo BBAA Gotemburgo.Foto R.Puig.PG

Johan Johansson.Detalle de su autorretrato.Museo Bellas Artes. Gotemburgo.Foto R.Puig.

Johan Johansson (1879 – 1951) también expuso en Venecia junto a Nils Nilsson, el pintor que cerraba el artículo del 7 de abril pasado. Aplica con seguridad amplias pinceladas de color o golpes de espátula.

Carl Kylberg. Homecoming.Museo BBAA.Gotemburgo.Foto R.Puig

Carl Kylberg. Volviendo a casa.Museo Bellas Artes.Gotemburgo.Foto R.Puig

Carl Kylberg (1878 – 1953) destaca también por una preferencia por los fuertes contrastes de color. Es uno de los principales exponentes del colorismo sueco en el Museo de Bellas Artes de Gotemburgo. Fue un pintor muy abierto al panorama artístico internacional. Expuso en Copenhage, Budapest, Londres, Paris y los EEUU.

Folke Andreasson. Bohuslan. Galeria Fahlnaes.Gotemburgo.Foto R.Puig

Folke Andreasson. Bohuslan. Galeria Fahlnaes.Gotemburgo.Foto R.Puig

Folke Andréasson (1902-1948) fue también alumno de Tor Bjurström (de quien traté en la entrada anterior) en Gotemburgo y pasó el curso 1937/38 en París, con evidentes efectos en su pintura.

Wilgot Olsson. Bodegón sobre mantel a rayas.Museo de Bellas Artes.Gotemburgo. Foto R.Puig.

Wilgot Olsson. Bodegón sobre mantel a rayas.Museo de Bellas Artes.Gotemburgo. Foto R.Puig.

Wilgot Alexander Olsson (1906-1990). Nació y murió en Gotemburgo. Su pintura es colorista pero estructurada y serena, sin estrépitos. En su esfuerzo por ordenar el paisaje y los bodegones con espíritu geométrico se nota le herencia de Cezanne y del cubismo.

El modernismo “naivista”

Vera Nilsson.Paisaje de Oland.Museo de Bellas Artes.Gotemburgo. Foto R.Puig.

Vera Nilsson.Paisaje de Öland.Museo de Bellas Artes.Gotemburgo. Foto R.Puig.

A fines de la segunda década del siglo XX surgen algunos artistas, entre los que destacan varias mujeres pintoras, que quieren mirar un mundo, que consideran demasiado dominado por la industria, con los ojos de la infancia. Trabajan también con una paleta acentuadamente colorista.

Erik Hallstrom. Solna. Museo de Bellas Artes de Gotemburgo

Erik Hallstrom. Solna. Museo de Bellas Artes de Gotemburgo

Erik Hallström (1893-1946). Miembro del grupo “Color y Forma” (Färg och Form) de Estocolmo fue uno de los iniciadores de “naivismo” sueco.

Vera Nilsson.Primeros pasos.1923.Collecion Prinse Eugen. Castillo de Waldemarsudde.Fuente Dagens Nyheter 2008

Vera Nilsson.Primeros pasos.1923.Colección Prinse Eugen. Castillo de Waldemarsudde.Fuente: Dagens Nyheter 2008

Vera Nilsson (1888 – 1979). Estudió en Francia en los años de inicio del cubismo y esa influencia se nota en sus cuadros de entonces. Muy conocida en Suecia, en particular por sus frescos en lugares públicos, como la estación y el metro de Estocolmo, o por sus paisajes de Öland y sus retratos de niños. Algunos de sus cuadros me recuerdan a María Blanchard.

Siri Derkert. Flicka. Museo de Bellas Artes de Gotemburgo

Siri Derkert. Niña. Museo de Bellas Artes de Gotemburgo

Siri Derkert (1888-1973). Esta pintora estudió en París en los años del cubismo, del fauvismo y del futurismo. A medio camino entre el colorismo y el expresionismo se centró en motivos personales, en particular niños.

Axel Nilsson.Kungsholmsstrand. ca.1934.Fuente Stockholms Auctionsverket

Axel Nilsson.Kungsholmsstrand. ca.1934.Fuente : Stockholms Auctionsverket

Axel Nilsson (1889-1980). Sus vivos colores denotan la influencia de su estancia en París en los años veinte, con preferencia por escenas de calle o del hogar.

Sven Erixon.Badplats.Moderna Museet.Estovcolmo

Sven Erixon.Badplats (lugar para el baño).Moderna Museet.Estocolmo

Sven Erixson (1899-1970) fue probablemente el más viajero de esta corriente. En la década de los años veinte pintó en Italia, Alemania, Francia y España. Fue un gran admirador de El Greco, de Goya y… de la huerta valenciana,  donde pasó un mes entero pintando gracias al director de una empresa sueca (Svenska Banan Kompaniet) que exportaba naranjas españolas a Suecia.

Olle Olsson Hagalund. El estudio de Dauber.Museo de Bellas Artes.Gotemburgo. Foto R.Puig.JPG

Olle Olsson Hagalund. El estudio de Dauber.Museo de Bellas Artes.Gotemburgo. Foto R.Puig.JPG

Olle Olsson Hagalund (1904 – 1972). Más conocido como Hagalund, su casa de madera en Solna (comuna de Estocolmo)  es hoy un museo y un centro cultural. Comenzó como miembro del grupo “Color y Forma” y se centró particularmente en escenas de calle y retratos femeninos.

………….

Creo que por hoy es suficiente. Ahora me toca salir a buscar el color para mis propios cuadros…


Pongamos que hablo de Sabadell

$
0
0
Per Sabadell. Cartel para la fiesta mayor. Domenec Soler Gili. 1911. Museo de Arte de Sabadell. Foto R.Puig

Per Sabadell.  Cartel para la fiesta mayor.  Domènec Soler Gili. 1911.   Museo de Arte de Sabadell.  Foto R.Puig

Dedicado a Emilia, encargada del Museo de Arte de Sabadell

Sí, ya sé que estoy plagiando parte del título de una canción de Joaquín Sabina. Pero supongo que me lo perdonará, primero, por ser yo madrileño, y segundo, por llamar la atención sobre una ciudad de raigambre industriosa y obrera, de gentes acogedoras, representativas del melting pot de tantas ciudades y arrabales de Barcelona y su provincia.

Tejados de Sabadell. Foto R.Puig

Tejados de Sabadell. Foto R.Puig

El caso es que hace unas semanas estuve en Sabadell durante cinco días.  Llegando de la estación ya iba yo preguntando por las cosas de esta antiquísima ciudad de la vega del Ripoll y encontrando por la calle personas bien informdas y acogedoras.

Así que no voy a tratar de tantas cosas como se encuentran en internet, pero puede que consiga quizás que si váis a Barcelona os animéis a daros una vuelta por Sabadell (basta tomar el tren en la plaza de Cataluña).  Así que aquí dejo algunas de mis fotos y comentarios.

Via Massagué. Foto R.Puig

Via Massagué. Foto R.Puig

Por la calles de los barrios de El Taulí y del centro

Hay ciudades en las que su historia se siente a través de piedras solemnes y monumentos admirables del arte.  Y hay ciudades, como Sabadell, en las que la historia se siente en las calles de sus barrios. Es la historia de de sus obreros, los autóctonos y los inmigrantes, que fueron llegando hasta hace muy poco en las diversas oleadas de su desarrollo industrial y comercial, y la de quienes fueron escalando los peldaños de una clase media laboriosa.

Por el barrio de El Taulí. Foto R.Puig

Por el barrio de El Taulí. Foto R.Puig

En Sabadell, al menos por los barrios donde me moví (Taulí y Centro) cada modesta fachada habla de varias generaciones de familias trabajadoras oriundas  de Cataluña y de toda España, así como, más recientemente, de América Latina, de Europa  y del continente africano.

También se exponen pasiones políticas más recientes.

En la calle de la Salut. Foto R.Puig. JPG

En la calle de la Salut. Foto R.Puig. JPG

Esquina calles Sant Francesc y Convent.Foto R.Puig. JPG

Esquina calles Sant Francesc y Convent. Foto R.Puig. JPG

O nos hablan las casas de la burguesía familiar, política y economicamente ascendente, que desde el siglo XIX y hasta el último tercio del siglo XX impulsó un crecimiento vertiginoso de aquella industria textil que caracterizó a Sabadell y a la cercana Tarrasa, utilizando las aguas del río Ripoll, recientemente regenerado de la contaminación que acompañó al emporio y hoy convertido en parque protegido (http://amicsdelripoll.wordpress.com/).

Torre del agua Sabadell.Foto R.Puig

Torre del agua Sabadell.Foto R.Puig

Por las calles del Taulí se acaba viendo casi siempre la silueta de la Torre de l’Aigua (1916-1918), uno de los símbolos del pasado crecimiento industrial de Sabadell.

La torre del agua tras las ruinas del pasado industrial .Foto R.Puig

La torre del agua tras unos vestigios del pasado industrial .Foto R.Puig

Campanario de la Iglesia de San Felix.Sabadell.Foto R.Puig

Campanario de la Iglesia de San Felix.Sabadell.Foto R.Puig

Otra torre, campanario barroco de origen gótico, preside las casas de la parte vieja, adosada a la Iglesia de San Félix. Junto con el ábside, fue lo que se salvó del conjunto medieval, durante la quema de la ”Semana trágica” de 1909.

El Museo de arte de la Casa Turull

Casa Turull. Museo de Arte. Foto R.Puig

Casa Turull. Museo de Arte. Foto R.Puig

Me pasé una hora larga visitando la Casa Fábrica Turull,  que fuera residencia y factoría textil de una  familia de políticos e industriales catalanes del mismo apellido, que hoy es el Museo de Arte de la ciudad.

Joan Vila Cinca. Panoramica de Sabadell. 1910.Detalle. Museo de Arte. Sabadell. Foto R.Puig

Joan Vila Cinca. Panoramica de Sabadell. 1910.Detalle. Museo de Arte. Sabadell. Foto R.Puig

Durante mi recorrido fui el único visitante. Firmé una hoja en la que me comprometía a no hacer uso comercial de las fotos que, con cámara digital y sin flash, el Museo me autorizaba a hacer.

(Nota bene: me gustaría que el Museo del Prado, vetusto prohibicionista de la foto digital, aprendiese de este ejemplo, no sólo de la Casa Turull, sino del Louvre, el Metropolitan y el MOMA de Nueva York, los Museos Vaticanos y los Capitolinos en Roma, la Gliptoteca de Copenhague , el Museo de Bellas Artes de Valencia, la Pinacoteca de Siena y de una larga lista de importantes museos que no temen sino que alientan la difusión privada de sus obras).

Los salones y sus recuerdos

Casa Turull.Foto R.Puig

Casa Turull.Foto R.Puig

No quiero hablar mucho de la sensación de casa habitada por espíritus que flota por los salones de la Casa Turull a esas horas de la tarde con sus balcones cerrados a cal y canto, no sea que Emilia, la amabilísma encargada del Museo vaya a  temer que Isabel II, o alguno de los Turull, vuelva del más allá.  Ya que aquella reina, según me explicó, se había echado una siesta en la cama de uno de esos dormitorios al gusto del siglo XIX.

Museo de Arte.Casa Turull. Cama de la siesta de Isabel II.Foto R.Puig

Museo de Arte.Casa Turull. Cama de la siesta de Isabel II (?).Foto R.Puig

Menos mal que por las mañabas, cuando el museo está  abierto a las visitas escolares, los balcones se abren, el sol y el aire entran a raudales y estos salones sombríos tienen un aspecto muy diferente.

En el fondo del espejo.Casa Turull. Foto R.Puig

En el fondo del espejo. Casa Turull. Foto R.Puig

Aunque la verdad es que, mientras mis  pasos se amortiguan sobre sus alfombras, los retratos de familia, los oscuros muebles y el juego de los espejos de Casa Turull desprenden y contagían la melancolía de unos tiempos idos.

Los pintores de Sabadell

Domenec Soler Gili. Port.Museo Arte Sabadell.Foto R.Puig

Domènec Soler Gili.  Port. Museo Arte Sabadell. Foto R.Puig

Sabadell tuvo una muy activa academia de Bellas Artes desde el último tercio del siglo XIX y un grupo de artistas de gran calidad académica.

Preservaron cuidadosamente la tradición de la más estricta enseñanza clásica de la pintura y de su práctica de ámbito comarcal, catalán y nacional.

Joan Vila Cinca. Marquet de les Roques.Museo de Arte de Sabadell. Foto R.Puig

Joan Vila Cinca. Marquet de les Roques.Museo de Arte de Sabadell. Foto R.Puig

Aquellos pintores reflejaron el paisaje y las perspectivas urbanas de Sabadell y su comarca, los acontecimientos políticos de la historia catalana y de sus revueltas, así como el espíritu republicano de principios del siglo XX.

Antoni Estruch. Manifestacion por la Republica.1904.Detalle.Museo Arte Sabadell.Foto R.Puig

Antoni Estruch. Manifestación por la República.1904.Detalle. Museo Arte Sabadell.Foto R.Puig

La convivencia de los salones burgueses del primer piso con las obras de contenido popular y político del segundo son todo un símbolo de lo que ha sido la historia de Sabadell desde el siglo XIX a la guerra civil española, incluida la etapa del art nou catalán, pero sin que la práctica academicista, por otro lado de gran calidad técnica, se contagiase de ninguna de las vanguardias, salvo cierta ligera influencia del impresionismo catalano-levantino.

Josep Espinalt. Marina 1890. Museo Arte Sabadell.Foto R.Puig

Josep Espinalt. Marina 1890. Museo Arte Sabadell.Foto R.Puig

Jose Vila Cinca. El rio Manzanares 1882.Museo Arte Sabadell.Foto R.Puig

Jose Vila Cinca. El rio Manzanares 1882.Museo Arte Sabadell.Foto R.Puig

Impresionismo catalán que no desdeñó el tema madrileño, pues Joan Vila Cinca, fundador de la Academia de Arte de Sabadell,  se formó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, con Moreno Carbonero y Romero de Torres, plasmando incluso en una tela el modesto río de Madrid.

Y hablando de ríos, me quedé con las ganas de una larhga excursión por el curso del Ripoll, cerca de la Torre de l’Aigua y del Parque del Taulí,  pero todo se andará…

Torre del agua Sabadell en el Parc Taulí.Foto R.Puig

Torre del agua Sabadell en el Parc Taulí.Foto R.Puig

Para acabar la visita, al son de una sardana  (http://www.youtube.com/watch?v=Q3crWMTTuDE) podríamos irnos a bailarla en la plaza del alcalde Marcet.

Monumento a la sardana.Plaza del alcalde Marcet.Foto R.Puig

Monumento a la sardana.Plaza del alcalde Marcet.Foto R.Puig

……………..

Sobre el museo de arte de Sabadell: http://es.wikipedia.org/wiki/Museo_de_arte_de_Sabadell


Fisionomías (VI). Retorno a Estocolmo (I): la expresión gótica en las esculturas de Carl Milles

$
0
0

 

Desde la terraza del Millesgården.Foto R.Puig

Desde la terraza del Millesgården.Foto R.Puig

Se lo dedico a mi hijo Martin

Millesgården

No había vuelto a Estocolmo desde hacía casi veinte años.

Caí en la cuenta durante mi visita al Millesgården a fines de abril, cuando viaje a esta ciudad que me guarda amistades y recuerdos importantes. He ido de consorte acompañante (ventajas de la jubilación) y hemos aprovechado para celebrar allí el cumpleaños de uno de nuestros hijos.

Es así como, en una tarde fresca, ventosa y de cielo radiante, hemos paseado de nuevo por los jardines de la casa museo de Carl Milles (1875-1955), mientras yo calculaba los años transcurridos y recordaba que, por ese mismo parque, frente al ancho brazo de mar atravesado por el puente de Lidingö, correteaba yo detrás de mis dos hijos pequeños para evitar que se encaramasen a las balaustradas o se cayesen a los estanques. De eso hace casi veinte años.  Y ahora volvía a Estocolmo para celebrar el cumpleaños de uno de los dos.

El tiempo ha pasado y los hijos nos traen otras satisfacciones, pero ya no la de llevarles de la mano, ni la de ir detrás de ellos por los jardines del Millesgåarden. En adelante, mientras las piernas lo permitan corretearemos de la mano de los nietos.

Pies de Poseidón.Millesgården.Foto R.Puig

Pies de Poseidón.Millesgården.Foto R.Puig

Un escultor gótico y expresionista en el siglo XX 

Los pintores más representativos del inicio del expresionismo en las primeras décadas del siglo XX fueron alemanes y representaron en sus lienzos el drama de los colores y las formas.

No es casualidad que, siglos antes, la dramática policromía gótica, tallada en madera, dominase el arte de Alemania entre los siglos XIV y XVI.

Dormición de la Virgen. Del órgano de Salzburgo.s.XVI.Millesgården.Foto R.Puig

Dormición de la Virgen. Del órgano de Salzburgo.s.XVI.Millesgården.Foto R.Puig

Tampoco me parece una mera coincidencia que el escultor sueco más potente de la primera mitad del siglo XX, discípulo de Rodin, elogiado por su maestro, pero de expresividad propia e independiente, tuviese en su casa y taller de Lidingö una colección de tallas policromadas alemanas de época gótica.

Apóstoles del órgano de Salzburgo.s.XVI.Detalle.Millesgården.Foto R.Puig

Apóstoles del órgano de Salzburgo.s.XVI.Detalle.Millesgården.Foto R.Puig

Pienso que no abuso de los paralelismos, cuando constato que los rostros y la actitud de esas tallas parecen reflejarse en los rostros y la presencia de las obras del expresionismo de Carl Milles, desacralizado, pero no por ello menos legendario y mitológico.

Carl Milles.Poseidon.Detalle.Millesgården.Foto.R.Puig

Carl Milles.Poseidón.   Detalle.Millesgården.Foto.R.Puig

Carl Milles.Cabeza de Orfeo.Millesgården.Foto.R.Puig

Carl Milles.Cabeza de Orfeo.Millesgården.Foto.R.Puig

Talla gótica.Detalle. Millesgården.Foto R.Puig

Talla gótica.Detalle. Millesgården.Foto R.Puig

Apostol del órgano de Salzburgo.s.XVI.Millesgården.Detalle. 1.Foto R.Puig

Apostol del órgano de Salzburgo.s.XVI.Millesgården. Detalle.  Foto R.Puig

Mirad si no este rostro de Poseidón o de Orfeo y, junto a ellos, los rostros de los apóstoles o de esa dama de tocado medieval.

Así como algunas de sus cabezas de mujer y las tallas de San Juan Evangelista y de Santa Dorotea.

San Juan Evangelista.Talla del sur de Alemania.s.XVI.Millesgården. Foto R.Puig

San Juan Evangelista.Talla del sur de Alemania.s.XVI.Millesgården. Foto R.Puig

Carl Milles.Cabeza de mujer. Plata. 1917.Millesgården.Foto R.Puig

Carl Milles.Cabeza de mujer. Plata. 1917.Millesgården.Foto R.Puig

Carl Milles.Cabeza de Eurídice. 1936. Millesgården.1936.

Carl Milles.Cabeza de Eurídice. 1936. Millesgården.1936.

Santa Dorotea. Talla gotica alemana. Perfil.s.XVI.Millesgården.Foto R.Puig

Santa Dorotea. Talla gotica alemana. Perfil.s.XVI.Millesgården.Foto R.Puig

O los personajes femeninos del grupo de la Virgen con el niño de la colección de Carl Milles

Talla gótica alemana con la Virgen y el niño.Millesgården.Foto R.Puig

Talla gótica alemana con la Virgen y el niño.Millesgården.Foto R.Puig

donde María ostenta un profético rictus amargo.

Talla gótica alemana con la Virgen y el niño.Detalle.Millesgården.Foto R.Puig

Talla gótica alemana con la Virgen y el niño.Detalle.Millesgården.Foto R.Puig

Talla gótica alemana con la Virgen y el niño.Detalle de la Virgen.Millesgården.Foto R.Puig

Talla gótica alemana con la Virgen y el niño.Detalle. Millesgården.Foto R.Puig 

Talla gótica alemana con la Virgen y el niño.Detalle del niño..Millesgården.Foto R.Puig

Talla gótica alemana con la Virgen y el niño.Detalle.Millesgården.Foto R.Puig

Para el niño Jesús, de mirada estrábica y cráneo tabes, no he encontrado parangón. Quizás porque la visión de la infancia en Milles era exultante y lejos de las tristezas de las tallas góticas de su colección.

Carl Milles. Angel musico. Millesgården.Foto R.Puig

Carl Milles. Angel musico. Millesgården.Foto R.Puig

En realidad Carl Milles prefirió para sus jardines unos gráciles ángeles músicos.

Carl Milles.La mano de Dios. Millesgården.Foto R.Puig

Carl Milles.La mano de Dios. Millesgården.Foto R.Puig

Incluso cuando la mano de Dios entra en escena no es para juzgar o aplastar al hombre bajo su culpa, expulsándolo del paraíso, sino para impulsarlo y dotarlo de un excelso equilibrio.

Esas obras se yerguen, muy apropiadamente,  frente al agua y la luz del mar archipelágico de Estocolmo.

Brazo de mar en Lidingö desde Millesgården.Foto R.Puig.

Brazo de mar en Lidingö desde Millesgården.Foto R.Puig.

Si algún día visitáis Millesgården, tras abriros el apetito paseando por su parque, no olvidéis entrar en la cantina de esta casa-museo. Allí, muy apropiado también, caed en la tentación de su sopa de pescado. No os arrepentiréis.


Divagaciones inglesas (II). Por el museo y por las calles de Leicester

$
0
0
Mansion en el New Walk. Leicester. Foto R.Puig

Mansión en el New Walk. Leicester. Foto R.Puig

Tener una familia dispersa tiene la ventaja de ir conociendo rincones de Europa que de otro modo no descubriríamos.

Aunque parezca chocante, yo hermanaría a Leicester con Sabadell, ilustre ciudad de la que hablamos hace poco, por lo acogedor y placentero de los museos de ambas y por lo fácil que es familiarizarse con los rincones de sus barrios populares y charlar amigablemente con las personas que los habitan.

Fachada del Museo de Leicester en el New Walk. Foto R.Puig

Fachada del Museo de Leicester en el New Walk. Foto R.Puig

El museo de Leicester y su íntima colección de arte alemán de las primeras décadas del siglo XX

El pórtico neoclásico del museo de Leicester es similar a otros edificios públicos ingleses. Lo que ocurre es que en desde la entrada nos recibe  ya la cafetería, donde la atmósfera es inmediatamente  acogedora para familias y niños.

Nada de solemnidades y, al ascender a la tercera planta, hay grupos de escolares que están disfrutando de una exposición sobre el mundo de la brujería, con posibilidad de disfrazarse, remover pócimas en un caldero o montar en la escoba.

Atravesando una muestra temporal de cerámicas de Picasso accedo a la exposición permanente de aquel arte alemán que los nazis consideraron degenerado.

Hitler y el arte degenerado.El Pais

Hitler y el arte degenerado.Foto El Pais

Una familia de judíos alemanes, Alfred y Tekla Hess de Erfurt,  lograron salvar in extremis una pequeña pero hermosa parte de su colección. A causa de los  forzados exilios de aquella época tenebrosa y asesina, sus cuadros, esculturas y obra gráfica se refugiaron en este pequeño museo.

Cartel de la exposicion de 1944.Museo Leicester. Foto R.Puig

Cartel de la exposicion de 1944.Museo de Leicester. Foto R.Puig

Fue en 1944 cuando se produjo la primera exposición de aquel período del arte alemán, precisamente aquí en Leicester, por obra del entonces conservador del museo, Trevor Thomas. El núcleo lo constituían 50 obras de la colección Hess.

Con donaciones y adquisiciones posteriores el museo demostró lo que se puede hacer con empeño y sin alharacas en una pequeña capital provinciana de los Midlans, que en España tiene ejemplos parecidos, como ya vimos con el recoleto museo de Sabadell.  No como ciertos museos que casi no tienen obra que exponer, despilfarro ostentoso de los últimos años de furia suntuaria en nuestro país.

Ernst Barlach. Jolly Peg-Leg. 1934.Museo Leicester. Foto R.Puig

Ernst Barlach. Jolly Peg-Leg. 1934.Museo Leicester. Foto R.Puig

Al entrar me recibe una hermosa obra de Barlach, aquel excelente escultor expresionista del período de entreguerras, que tanto influyó en otros posteriores, como el italiano Manzú, por poner sólo un ejemplo.

Los cuadros al óleo de esta colección son una muestra de la creatividad de los artistas alemanes de las primeras décadas del siglo XX, perseguidos por Goebbels, el lacayo de las ideas de Hitler.

Un obra me cautiva, una pintura de Ernst Neuschul, titulado Negermutter, que yo traduciría libremente por Lactancia materna. Su mirada  es todo un símbolo del temor que suscitaba la amenaza del III Reich para todos aquellos que no fuesen de raza aria.

Ernst Neuschul. Negermutter. 1931.Museo Leicester. Foto R.Puig

Ernst Neuschul. Negermutter. 1931.Museo Leicester. Foto R.Puig

Gran parte de la obra de aquel pintor de la corriente Nueva Ojetividad fue vandalizada por Goebbels. Su trasgresión fue retratar a las minorías que la ideología racista nazi quería extirpar: gentes de otras etnias, gitanos, parados marginados.

La colección tiene también cuadros de Max Liebermann

Max Liebermann. La nieta del artista con su niñera. 1919.Museo Leicester. Foto R.Puig

Max Liebermann. La nieta del artista con su niñera. 1919.Museo Leicester. Foto R.Puig

Max Liebermann. Paseo en el Tiergarten.Museo Leicester. Foto R.Puig

Max Liebermann. Paseo en el Tiergarten.Museo Leicester. Foto R.Puig

Era  un pintor de caracter impresionista pero abocado ya hacia el expresionismo.

Me quedo también con la fumadora de pipa de la pintora expresionista Gabriele Münter.

Gabriele Münter.Retrato de Anna Roslund.1917. Museo Leicester. Foto R.Puig

Gabriele Münter.Retrato de Anna Roslund.1917. Museo Leicester. Foto R.Puig

Y con un paisaje a la acuarela de Karl Schmidt-Rottluff de 1938.

Karl Schmidt-Rottluff. Paisaje.1938. Museo Leicester. Foto R.Puig

Karl Schmidt-Rottluff. Paisaje.1938. Museo Leicester. Foto R.Puig

Una mixta de tinta china y acuarela de Max Pechstein

Max Pechstein. El puente de Erfurt. 1919.Museo Leicester. Foto R.Puig

Max Pechstein. El puente de Erfurt. 1919.Museo Leicester. Foto R.Puig

Pero mis fotos de los grabados y dibujos no fueron muy afortunadas por los reflejos de los focos de la sala, así que me excusaréis que no las presente.

Aunque sólo fuese por esta colección el Museo de Leicester bien merece la visita.

Pasear por Leicester 

Si atravesáis el barrio antiguo con niños o sois golosos es arriesgado pararse ante la espectacular vitrina de la tienda de caramelos de De Olde Sweet Shoppe.

Alimentos sanos.Leicester. Foto R.Puig

Alimentos sanos.Leicester. Foto R.Puig

Lo que es seguro es que os tropezaréis con Ricardo III, a quien Shakaspeare inmortalizó como malo malísimo.

Richard  III en las calles de Leicester.Foto R.Puig

Richard III en las calles de Leicester.Foto R.Puig

Ricardo III en actitud relajada.Leicester. Foto R.Puig

Ricardo III en su actitud más relajada.Leicester.

Cuenta la historia que, al estilo de los sultanes otomanos, fue el carcelero y acaso también ejecutor de sus dos sobrinos, que le hacían la concurrencia en sus derechos al trono.

Pues bien, ahora se ha vuelto una vedette internacional tras el descubrimiento de sus restos bajo el asfalto de un aparcamiento, mérito del Departamento de Arqueología de la Universidad de Leicester.

Los huesos de Ricardo III.Leicester.

Los huesos de Ricardo III.Leicester.

No por tener los huesos de la columna vertebral bastante contrahechos dejó de batirse hasta que lo masacraron en la batalla de Bosworth, en 1485, cerca de Leicester.

Más pacífica es la escultura de Santiago el Mayor que ve pasar a los viandantes ante la fachada de su iglesia barroca con su atuendo de peregrino a Compostela. Como es tradicional, los viajeros y turistas llevan siglos yendo y viniendo a causa de huesos célebres que aparecen por aquí o por allá.

Santiago el Mayor. Iglesia de St.James. Leicester. Foto R.Puig

Santiago el Mayor. Iglesia de St.James. Leicester. Foto R.Puig

En nuestra más modesta peregrinación y al salir del museo hemos paseado por la centenaria calle peatonal del New Walk.

New Walk. Leicester. Foto R.Puig

New Walk. Leicester. Foto R.Puig

Sin olvidar un garbeo por alguno de los parques de la ciudad donde dormitan antiguas mansiones

Vieja mansion del parque.Leicester. Foto R.Puig

Vieja mansión del parque.Leicester. Foto R.Puig

o los restos de árboles vetustos.

En el parque.Leicester. Foto R.Puig

En el parque.Leicester. Foto R.Puig

Son muchas los edificios que atraen la mirada cuando se recorren los barrios de Leicester, tanto los céntricos y burgueses

Fachada en New Walk.Leicester. Foto R.Puig

Fachada en New Walk.Leicester. Foto R.Puig

como los populares.

Rincon cerca de Queens Road.Leicester. Foto R.Puig

Rincon cerca de Queens Road.Leicester. Foto R.Puig

Por la London Road

Ventanal en London Road. Leicester. Foto R.Puig

Ventanal en London Road. Leicester. Foto R.Puig

o por Queens Road.

Queens Road. Leicester. Foto R.Puig

Queens Road. Leicester. Foto R.Puig

Sin que falten las numerosas tabernas inglesas tradicionales.

Leicester. Foto R.Puig

Leicester. Foto R.Puig

Ni tampoco un centro comercial para todos los gustos como los hay por todo el mundo. Estas plazas del pueblo de nuestro tiempo donde los padres acuden en los días de vacación con lluvia para que los niños se desfoguen sin atrapar  un resfriado y sin que haya que cocinar.

El Mall.Leicester. Foto R.Puig

El Mall.Leicester. Foto R.Puig

Y, para dar también gusto a los pequeños, una visita a la Fun Fair, la Feria ambulante que recorre durante todo el año los parques y pueblos del Leicestershire, donde el vendedor de globos se cruzará estrategicamente en nuestro camino para provocar el antojo de la niña.

En la Fun Fair.Leicester. Foto R.Puig

En la Fun Fair.Leicester. Foto R.Puig

Así podríamos seguir, pero atardece y es la hora en que se despiertan los dragones, sin que sepamos si San Jorge, el patrón de Alción, podrá protegernos, pues hace ya mucho que el Vaticano lo desposeyó de su condición de santo (los bolandistas demostraron que nunca había existido, aunque ya Erasmo lo había dicho siglos antes).

Hay uno de esos engendros que ya nos mira desde la cornisa de un tejado.

El dragón del tejado.Leicester. Foto R.Puig

El dragón del tejado.Leicester. Foto R.Puig


Retorno a Estocolmo (II). Miscelánea al buen tuntún

$
0
0

 

Penélope nos recibe en la estación de Estocolmo. Foto R.Puig

Penélope nos recibe en la estación de Estocolmo. Foto R.Puig

En la crónica del 19 de mayo había vuelto a Estocolmo empezando por las esculturas de Carl Miles.  La verdad es que es tan abundante lo visto que toda la planificación inicial quedó desbordada. Así que lo que voy recoger hoy es una miscelánea caprichosa. Digamos que he rebuscado entre las fotos y lo de hoy va mezclado al tuntún de mis preferencias.

Y no podía ser de otro modo para un español que llega a Estocolmo con un programa bien pensado y en la nave de su estación central le recibe en tamaño gigante una cierta chica de Alcobendas a la que creo que en su casa llaman Pe.

Ya en esta tesitura, aquí se van a mezclar las calles, los museos y las plazas de la ciudad casi casi por asociaciones u oposiciones automáticas.

Ya veremos lo que sale.

Puesto de hortalizas en el mercadillo de Hötorget.Estocolmo. Foto R.Puig

Puesto de hortalizas en el mercadillo de Hötorget.Estocolmo. Foto R.Puig

Pues me ha salido el mercadillo de la plaza del Auditorio, la Konserhuset, y una colorida estampa de un puesto de hortalizas. Puede ser que por haber hablado de un lugar como Alcobendas hemos acabado en un mercado de barrio. Los espárragos verdes son suecos, los blancos alemanes. No están mal los colores de este cuadro. Que conste que no pretendo ondear la bandera de la República Italiana.

Y como las hortalizas van bien con el pescado, en pleno centro y desde un puente cerca del Palacio Real, con un poco de paciencia podríamos a ver a los pescadores de río revuelto capturando algún salmón con sus atarrayas.

Pesca a la atarraya bajo el Norrbron.Estocolmo. Foto R.Puig

Pesca a la atarraya bajo el Norrbron.Estocolmo. Foto R.Puig

Mi paseo de la primera mañana fue por Södermalm, donde se pueden admirar esas fachadas uniformes de la arquitectura del Estocolmo de principios del siglo XX  en un rojo casi terracota.

Calle de Södermalm.Estocolmo. Foto R.Puig

Calle de Södermalm.Estocolmo. Foto R.Puig

 

Otra fachada cercana en amarillo Nápoles.

Esquina de Södermalm.Estocolmo. Foto R.Puig

Esquina de Södermalm.Estocolmo. Foto R.Puig

 

No lejos de ahí, junto a una plaza acogedora se alza el minarete de una mezquita, emplazada en un edificio con aire del siglo XVIII, en el  mismo color, aunque un poco más pálido, debido probablemente al paso del tiempo.

Mezquita de Södermalm.Estocolmo. Foto R.Puig

Mezquita de Södermalm.Estocolmo. Foto R.Puig

Yéndome del lado del agua, al borde del Saltsjön (lago de la sal) tengo la sensación de que Penélope Cruz me persigue por Estocolmo. Creí que se había quedado en la estación, pero no ¡me está esperando en la parada del autobús! No me puedo quejar.

Vista desde Katarinavagen. Estocolmo. Foto R.Puig

Vista desde Katarinavägen. Estocolmo. Foto R.Puig

Pero, en fin, la foto puede justificarse, porque por allá detrás se ve la torre de una iglesia de la ciudad vieja.

Y, aunque de iglesias hay también para elegir en Estocolmo, pienso que ha bastado por hoy con la imagen de la mezquita y su modesto minarete.

Lo que sigue también tiene que ver con los mitos, aunque en este caso se trate de los modermos.

 

Algunos símbolos de las luchas y conquistas sociales de la Suecia moderna

Carl Eldh.Monumento a Branting. Fundador del Partido Socialdemocrata sueco en 1889. Detalle. Estocolmo. Foto R.Puig

Carl Eldh.Monumento a Branting. Fundador del Partido Socialdemocrata sueco en 1889. Detalle. Estocolmo. Foto R.Puig

De hecho, como habréis adivinado, el detalle de este bajorrelieve es laico y combativo. Corresponde al memorial de la creación del Partido Socialdemócrata de los Trabajadores de Suecia en 1889. Está en Norra Bantorget, lugar donde terminan siempre los desfiles del 1° de mayo.

Su fundador fue Hjalmar Branting, a quien aquí vemos en plena arenga.

Carl Eldh. Monumento a Branting. Fundador del Partido Socialdemocrata sueco en 1889. Estocolmo. Foto R.Puig. JPG

Carl Eldh. Monumento a Branting. Fundador del Partido Socialdemocrata sueco en 1889. Estocolmo. Foto R.Puig.

Carl Eldh (1873-1974), que aparece en la imagen con las manos en  la masa,  fue quien que lo talló en escayola en 1942. A causa de la guerra sólo se pudo vaciar en bronce en 1952, en los talleres de fundiciones Bergmans.

Carl Eldh modelando el monumento a Branting en su taller

Carl Eldh modelando el monumento a Branting en su taller

Mäster Palm. Fundador de la Landsorganisationen. LO. Sindicatos socialistas suecos. Estocolmo. Foto R.Puig

Mäster Palm. Fundador de la Landsorganisationen. LO. Sindicatos socialistas suecos. Estocolmo. Foto R.Puig

En la misma plaza está el edificio del sindicato socialista LO (Landsorganisationen) fundado en 1898 gracias al impulso de August Palm (1849-1922).

Con la música a otra parte

Me he merecido un descanso y me como una hamburguesa en un cercano establecimiento de la cadena Max.

Cuando subo a la habitación del hotel para cambiarme de zapatos diviso la silueta caracterísica de la torre del Ayuntamiento. Es ahí donde cada año se celebra la suntuosa comilona de los premios Nobel.

Vista de la torre de la Stadshuset desde el hotel Clarion Estocolmo. Foto R.Puig.

Vista de la torre de la Stadshuset desde el hotel Clarion de Estocolmo. Foto R.Puig.

Temo que alguien me acuse de vulgaridad ¿¡cómo se puede mezclar la carne picada con el mecenazgo de la Fundación Nobel !?

En realidad me parece que se ha producido en mi cerebro una de esas asociaciones automáticas que perseguían con ahínco los surrealistas. Puede que sea porque en los últimos días la prensa nos han refrescado el recuerdo de como un tratante de ganado porcino llegó no sólo a financiar el golpe franquista sino incluso a sobornar, durante la II Guerra Mundial, a la plana mayor del ejército de Franco con dinero de los ingleses y, lo que tiene más mérito, sin enemistarse con los alemanes. Arribado luego a afortunado especulador y potentado, se convirtió en el mayor mecenas de las artes y de la cultura de la historia contemporánea de España.

Si de las cochiqueras puede alguien reciclarse sin estridencias en ilustre mecenas y acabar impulsando la pintura española contemporánea o coleccionando las obras más cotizadas del expresionismo abstracto americano, el inventor de la dinamita no debería ofenderse si he mezclado las hamburguesas con su filantrópico nombre

La casa museo de Sven Harris

Eduard Munch. Detalle de retrato.Museo Sven Harris.Estocolmo Foto R.Puig

Eduard Munch. Detalle de retrato (con ojos goyescos). Museo Sven Harris.Estocolmo Foto R.Puig

No fue ni bélico ni explosivo el caso de Sven Harris, alguien que ha hecho las cosas sin meterse en extraperlos, guerras o espionajes. Es un constructor amante del arte, coleccionador de artistas nórdicos y promotor de arte contemporáneo.

http://sven-harrys.se/en/

El museo esconde dentro de una cápsula arquitectónica racionalista y contemporánea la reproducción exacta de la vieja casa del siglo XVIII del mismo Harris. La parte moderna se dedica a las exposiciones temporales de arte actual y la casa encierra una muestra selecta de su colección de arte y diseño. La visita es guiada, a cargo de Joshua, un licenciado en Bellas Artes de nacionalidad estadounidense que se expresa en un sueco perfecto.

El rincón de la chimenea con cuadros de Munch y Strinderg.Sven Harris Museet. Estocolmo. Foto R.Puig JPG

Rincón de la chimenea y cuadros de Munch y Strinderg.Sven Harris Museet. Estocolmo. Foto R.Puig JPG

Cerca de una chimenea tradicional sueca en cerámica nos asaltan una obra de Edvard Munch y un óleo de Strindberg. Es sabido que el literato sueco era también muy buen fotógrafo y pintor. Este cuadro me hace pensar en Victor Hugo y en en sus acuarelas, algunas de las cuales son tan tempestuosas como el lienzo del sueco. Ambos pintaron las tormentas del mundo interior con las metáforas del mar abismal y de sus oleajes y huracanes.

August Strindberg. Altamar. 1894.Sven Harris Museet. Estocolmo. Foto R.Puig

August Strindberg. Altamar. 1894.Sven Harris Museet. Estocolmo. Foto R.Puig

Observo que en la misma sala hay un pequeño lienzo de una artista sueca en el que,  a mi juicio, ha copiado a su manera el rostro del ángel de La virgen de las rocas de Leonardo da Vinci.

Ante el óleo de Ylva Ogland,1997,  inspirado en el ángel de la Virgen de las rocas de Leonardo.Sven Harris Museet. Estocolmo. Foto R.Puig JPG

Ante el óleo de Ylva Ogland,1997. Sven Harris Museet. Estocolmo. Foto R.Puig JPG

En todas las habitaciones hay obras de arte cuidadosamente escogidas. En esta casa museo no hay nada que desentone, incluidos los objetos de diseño en las vitrinas de la cocina y algunos muebles, ya clásicos, de diseñadores contemporáneos.

Sillas Superleggera de Ponti.1950, bajo un cuadro de Bror Hjorth.ca 1935. Sven Harris Museet. Estocolmo. Foto R.Puig

Sillas Superleggera de Gio Ponti.1950, bajo un cuadro de Bror Hjorth.ca 1935. Sven Harris Museet. Estocolmo. Foto R.Puig

Sobre tres sillas diseñadas por Gio Ponti con el nombre de ”Superleggera” cuelga un cuadr,o de inspiración rousseauniana y gaugueniana, del pintor y escultor sueco Bror Hjorth (1894-1968).

En la terraza. Sven Harris Museet. Estocolmo. Foto R.Puig.

En la terraza. Sven Harris Museet. Estocolmo. Foto R.Puig.

El recorrido de la casa en la segunda planta del museo se acaba por la terraza y por la sala de exposiciones temporales. Al salir a la calle, a pocos pasos de allí descubro, mientras espero el autobús, la casa en la que vivió Astrid Lindgrens, la inventora de Pippi Långstrump, la niña transgresora que en la TV española se bautizó como Pippi Calzaslargas.

 

Placa en el portal de la casa de Astrid Lindrgens, la creadora de Pippi Långstrump. en Vasastan. Estocolmo. Foto R.Puig

Placa en el portal de la casa de Astrid Lindgrens, la creadora de Pippi Långstrump. en Vasastan. Estocolmo. Foto R.Puig

 

La casa donde vivió  Astrid Lindgrens en Vasastan. Estocolmo. Foto R.Puig

La casa donde vivió Astrid Lindgrens en Vasastan. Estocolmo. Foto R.Puig

 

El Centro de Arte Bonniers

 

Desde la ventana del Bonnierskonsthall.Foto R.Puig

Desde la ventana del Bonnierskonsthall.Foto R.Puig

La heredera de la familia Bonniers (editores y accionistas de empresas de publicación de libros y periódicos), ella misma periodista, galerista y guionista de cine,  creó, en memoria de su hija única, fallecida en accidente de circulación, en 1985 la Fundación que lleva su nombre y en el 2006 el Bonniers Konsthall  .

Es un lugar de arquitectura ligera y acristalada con magníficas salas de exposición y una política de promoción de jóvenes artistas con becas, exposiciones, cursos, etc.

http://www.bonnierskonsthall.se/en/maria-bonnier-dahlins-stiftelse/

No quedaba lejos de mi visita anterior y realmente me alegro de haber entrado y pagado el billete, aunque sólo sea por la calidad de sus espacios y la armonía expositiva de la la muestra del joven arquitecto danés Jeppe Hein.

Jeppe Hein.Muro  Espejo.Bonnierskonsthall.Foto R.Puig

Jeppe Hein.Muro Espejo.Bonnierskonsthall.Foto R.Puig

 

Es algo así como una sesión de relajación al son ligeramente tibetano de sus singing balls.

Jeppe Hein.Singing balls.Bonnierskonsthall.Foto R.Puig

Jeppe Hein.Singing balls .Bonnierskonsthall.Foto R.Puig

Te has de dejar llevar por el ritmo zen de una serie de esferas que circulan lentamente por unos raíles suspendidos y van golpeando campanas de bronce, invertidas y colocadas sobre una especie de pebeteros de altura variable.

Jeppe Hein.Muro  Espejo.Bonnierskonsthall.Foto R.Puig

Jeppe Hein.Muro Espejo.Bonnierskonsthall.Foto R.Puig

Se producen así sonidos de gong de diversa escala y de unas resonancias de atmósfera budista. Los espacios son amplios y luminosos y los muros se han pintado con los tonos básicos de la Teoría de los Colores de Goethe.

Jeppe Hein.Singing balls.Bonnierskonsthall.Foto R.Puig

Jeppe Hein.Singing balls.Bonnierskonsthall.Foto R.Puig

El efecto de esta instalación minimalista es beneficioso y sosegante.

Miscelánea de imágenes del Fotografiska Museet y del Moderna Museet

Al subir a la primera planta del Fotografiska Museet, me encuentro esta vez con una artista que precisamente ha trabajado bajo las órdenes de Woody Allen en compañía de nuestra Penélope.

 

Fotografiska Museet. Estocolmo.Foto de Scarlett Johanson por Russell James

Fotografiska Museet. Estocolmo.Foto de Scarlett Johansson por Russell James

Está vez las he encontrado a las dos no en Barcelona sino en Estocolmo.

Y ahora comparad este retrato de Scarlett Johansson con un icono más antiguo del Moderna Museet.

¿Han pasado de verdad 80 años?

Wilhelm Freddie. Detalle de busto Sex-Paralysappeal.1936.Moderna Museet. Estocolmo.Foto R.Puig

Wilhelm Freddie. Detalle de busto Sex-Paralysappeal.1936.Moderna Museet. Estocolmo.Foto R.Puig

 

Sin saber por qué  me animo a aproximar la fotografía de mi admirado Giacometti al retrato de Helge Rode por Edvard Munch

Fotografiska Museet. Estocolmo.Giacometti por Henri Cartier-Bresson

Fotografiska Museet. Estocolmo.Giacometti por Henri Cartier-Bresson

Edvard Munch. Retrato de Helge Rode. 1908. Detalle.Moderna Museet.Estocolmo.Foto R.Puig

Edvard Munch. Retrato de Helge Rode. 1908. Detalle.Moderna Museet.Estocolmo.Foto R.Puig

 

o al estrábico Sartre con el noble de cráneo tabes que pintó Kokoschka y que algo debe de tener que ver con aquel Robert, dandy y escritor francés del mismo apellido, que inspiró a Marcel Proust el personaje del Barón de Charlus en À la recherche du temps perdu.

Fotografiska Museet.Estocolmo.  Jean-Paul Sartre por Henri Cartier-Bresson

Fotografiska Museet.Estocolmo. Jean-Paul Sartre por Henri Cartier-Bresson

 

Oskar Kokoschka. Retratro del Marqués Josef de Montesquiou-Fezensac.1910. Moderna Museet.Estocolmo.Foto R.Puig

Oskar Kokoschka. Retratro del Marqués Josef de Montesquiou-Fezensac.1910. Moderna Museet.Estocolmo.Foto R.Puig

Pero si hemos de buscar contrastes, ¿qué tal el de esta retenida pero inquietante jovencita de la foto de Ruud van Empel con el desbordamiento de la parturienta rosa de Nicki de Saint-Phalle?

Fotografiska Museet. Estocolmo.Sunday #3. Foto de Ruud van Empel.Detalle

Fotografiska Museet. Estocolmo.Sunday #3. Foto de Ruud van Empel.Detalle

 

      

Niki de saint Phalle. Parto rosa. Detalle. 1964.Moderna Museet.Estocolmo.Foto R.Puig

Niki de saint Phalle. Parto rosa. Detalle. 1964.Moderna Museet.Estocolmo.Foto R.Puig

 

Y el paralelismo de las chimeneas de Alexanderson y las jirafas de Nick Brandt

Carl Josef Alexanderson. Salida de los trabajdaores de las fábricas.1931.Detalle.Moderna Museet.Estocolmo.Foto R.Puig.JPG

Carl Josef Alexanderson. Salida de los trabajdaores de las fábricas. 1931.Detalle.Moderna Museet.Estocolmo.Foto R.Puig.JPG

Fotografiska Museet. Estocolmo.Nick Brandt. Jirafas

Fotografiska Museet. Estocolmo.Nick Brandt. Jirafas

Acabemos con calma 

Pero, como me parece que estoy desvariando, cambiaremos de tercio subiendo a a la cafetería del Fotografiska Museet sosegar la mirada con el lento paso de las gabarras y otras especies naúticas.

Fotografiska Museet. Estocolmo.Vista desde la ventana del restaurante.Foto R.Puig

Fotografiska Museet. Estocolmo.Vista desde la ventana del restaurante.Foto R.Puig

 

El vanguardismo de una artista sueca

Los grandes cuadros llenos de esferas de aspecto vegetal de Helga de Klint, que parecen anticipar en varias décadas las plásticas psicodélicas también podrían tener un efecto curativo, si acaso como ejercicios de optometría, sobre todo si no sólo contempláis este, sino que seguís la ronda hasta haber visto otros veinte similares y algunos más pequeños en una apabullante muestra de aquella pintora sueca, que trabajó a destajo  en la época de las primeras vanguardias del siglo XX.

Helma at Klint. N° 3 de Los diez más grandes. 1907.Moderna Museet.Estocolmo.Foto R.Puig

Helma at Klint. N° 3 de” Los diez más grandes”. 1907.Moderna Museet.Estocolmo.Foto R.Puig

Tiene cuadros y acuarelas muy notables.Auqnue, a mi juicio, su apresuramiento compulsivo la condujo a una reducción de la calidad en aras de la cantidad. Me quedo con sus pequeños formatos.

Exposicion Helma at Klint.Moderna Museet. Estocolmo. Foto R.Puig

Exposicion Helma at Klint.Moderna Museet. Estocolmo. Foto R.Puig

 

De nuevo con los maestros suecos del color

Otros pintores suecos de la primera mitad del siglo XX ya van siendo  conocidos de este blog. Pero hay pintores de temática social como Alexanderson (el autor de Salida de los trabajadores de las fábricas en 1931 ) o el magnífico Amelin, que no habían aparecido aún en este blog.

Albin Amelin Mujer de un cartel español.1937.Moderna Museet.Estocolmo.Foto R.Puig

Albin Amelin Mujer de un cartel español.1937.Moderna Museet.Estocolmo.Foto R.Puig

Albin Amelin. Escena de calle.1932.Detalle.Moderna Museet.Estocolmo.Foto R.Puig

Albin Amelin. Escena de calle.1932.Detalle.Moderna Museet.Estocolmo.Foto R.Puig

 

 

Casi para acabar, un excelente cuadro de la admirable Vera Nilsson, de quien hemos hablado en la crónica del 28 de abril.

era Nilsson. A la luz de la lampara. ca.1930.Detalle Moderna Museet. Estocolmo. Foto R.Puig

Vera Nilsson. A la luz de la lampara. ca.1930.Detalle Moderna Museet. Estocolmo. Foto R.Puig

Vera Nilsson. A la luz de la lampara. ca.1930.Moderna Museet. Estocolmo. Foto R.Puig

Vera Nilsson. A la luz de la lampara. ca.1930. Moderna Museet. Estocolmo. Foto R.Puig

 

Al final de esta larga tirada, haré lo que se debe hacer cuando se quiere bien a los lectores, os lo digo con flores.

Emil Nolde.Jardín. 1917.Moderna Museet.Estocolmo.Foto R.Puig

Emil Nolde.Jardín. 1917.Moderna Museet.Estocolmo.Foto R.Puig


Fisionomías (VII) y divagaciones inglesas (III): entre la Tate Britain y la Tate Modern

$
0
0
Entrada a la sala de Henry Moore.Tate Britain.Foto R.Puig

Entrada a la sala de Henry Moore.Tate Britain.Foto R.Puig

Han pasado ya varias semanas de mi paseo por Londres pero aún me quedan flechas en el carcaj. Así que no puedo resistir a la tentación de compartir algunas de mis sensaciones en dos de los soberbios museos Tate que bordean el Támesis.

Tate Britain

La Tate Britain ofrece actualmente un ordenado y nutrido recorrido del arte inglés desde el siglo XVI al XX. Me ha servido, aunque no exclusivamente, para incrementar mi archivo de las fisionomías que los artistas han ido plasmando a lo largo de los siglos.

Fachada de la Tate Britain. Londres Foto R.Puig.

Fachada de la Tate Britain. Londres Foto R.Puig.

Hoy es el turno de algunos pintores ingleses.

Sin seguir un orden cronológico comienzo por William Hogarth (1697-1764). No sólo fue un apasionado de la fisionomía, sobre la que escribió un tratado, sino que en un lienzo agrupó los rostros de seis de sus criados, de los cuales tan sólo se conoce el nombre de dos.

William Hogarth. Seis de sus criados.Tate Britain.Foto R.Puig

William Hogarth. Seis de sus criados.Tate Britain.Foto R.Puig

Mucho se ha dicho sobre este lienzo y yo no voy a descubrir nada nuevo. Pero me produce una extraña sensación. Dicen que el artista gozaba del aprecio de sus fámulos y que seleccionó a estos seis con afecto pero con un objetivo fisiognómico, recogiendo en la tela varias edades de ambos sexos.

William Hogarth. Seis de sus criados. detalle.Tate Britain.Foto R.Puig

William Hogarth. Seis de sus criados. detalle.Tate Britain.Foto R.Puig

Cuentan que lo tenía en su despacho, con objeto de que posibles clientes admirasen su destreza y se animasen a encomendarle un retrato. Debo confesar que a mí esta colección de cabezas me da cierta grima.

Aunque estas expresiones del arte del retrato de Hogarth sean una lección de pintura, creo que sus fieles servidores se habrían merecido un retrato de cuerpo entero o cuando menos de cintura para arriba. Ya un siglo antes Velázquez había dedicado magníficos retratos individuales a personajes humildes con los que se relacionó, no sólo los de los bufones y enanos de la Corte, sino el extraordinario retrato del esclavo Juan de Pareja liberado por el artista, por no hablar de las sirvientas que por entonces también pintaba Vermeer

Sea como sea, este ejercicio de Fisiognómica de Hogarth con las cabezas de sus criados, agrupadas en un solo lienzo y no obstante la mirada ilusionada de algunos de los retratados, me produce la impresión de una reunión de trofeos cinegéticos.

Otros retratos

Peter Lely. La condesa de Kildare.Tate Britain.Foto R.Puig.

Peter Lely. La condesa de Kildare.Tate Britain.Foto R.Puig.

No se redujo a la cabeza a quienes podían pagarse un retrato de postín, como es el caso de los trabajos de Adam de Colone (1572-1651),  Peter Lely (1618-1680), Benedetto Gennari (1633-1715) o Joshua Reynolds (1723-1792), dedicados a damas de la aristocracia, rozagantes, exquisitas, exaltadas o altivas.

Adam de Colone.Lady Livingstone. Tate Britain.Foto R.Puig.

Adam de Colone.Lady Livingstone. Tate Britain.Foto R.Puig.

Benedetto Gennari. La catolica Elizabeth Panton en el exilio retratada como Santa Catalina.Tate Britain.Foto R.Puig.

Benedetto Gennari. La catolica Elizabeth Panton en el exilio retratada como Santa Catalina.Tate Britain.Foto R.Puig.

Joshua Reynolds.Three ladies adorning a terme of Hymen. Detalle.Tate Britain.Foto R.Puig

Joshua Reynolds.Three ladies adorning a terme of Hymen. Detalle.Tate Britain.Foto R.Puig

……………………………

También en el siglo XVIII, Joseph Highmore (1692-1780), Thomas Gainsborough (1727-1788) y Nathaniel Dance-Holland (1735-1811) harán algo parecido con los retratos varoniles en grupo, sin que tampoco redujeran la imagen de sus clientes adinerados o nobles a una agrupación de cabezas. Quien paga tiene derecho a una escena de amistosa tertulia burguesa, a una composición bucólica o a ser representado en Roma, en pleno Grand Tour, ese viaje por Italia que todo hijo de familia noble debía realizar para ser considerado culto.

Joseph Highmore.Mister Oldham y sus huespedes.Tate Britain.Foto R.Puig

  Joseph Highmore.Mister Oldham y sus huespedes.Tate Britain.Foto R.Puig

Thomas Gainsborough. Detalle de tres caballeros en un paisaje.Tate Britain.Foto R.Puig

Thomas Gainsborough. Detalle de tres caballeros en un paisaje.Tate Britain.Foto R.Puig

Nathaniel Dance Holland. Detalle de cuatro caballeros ante el Coliseo de RomaTate Britain.Foto R.Puig

Nathaniel Dance Holland. Detalle de cuatro caballeros ante el Coliseo de RomaTate Britain.Foto R.Puig

Como podréis apreciar, todas estas muestras, dicho con toda mi simpatía, van reflejando fisionomías de lo más british. ¿O no?

…………………..

Con un estilo prerrafaelita, Henry Alexander Bowler (1824-1903), o con la pincelada impresionista,  John Singer Sargent (1856-1925) y George Clausen (1852-1944), dejaron obras  que denotan un cambio de rumbo en los rostros de la pintura inglesa.

Henri Alexander Bowler. La duda o Podrán resucitar estos huesos.Tate Britain.Foto R.Puig.

Henri Alexander Bowler. La duda o ¿Podrán resucitar estos huesos?.Tate Britain.Foto R.Puig.

John Singer Sargent. Vernon Lee.Tate Britain.Foto R.Puig

John Singer Sargent. Retrato de Vernon Lee.Tate Britain.Foto R.Puig

George Clausen. Brown eyes.Tate Britain.Foto R.Puig.

George Clausen. Brown eyes.Tate Britain.Foto R.Puig.

………………………………..

Para acabar con escultura, me despido de la Tate Britain con dos bustos que atrajeron mi atención, uno del siglo XIX, la Daphne de George Frederic Watts (1817-1904), y otro una terracota del siglo XVII de autor anónimo que representa con aires imperiales al rey Jaime II de Inglaterra

George Frederic Watts. Daphne.Tate Britain.Foto R.Puig.

George Frederic Watts. Daphne.Tate Britain.Foto R.Puig.

Autor desconocido. Jaime II.Tate Britain.Foto R.Puig.

Autor desconocido. Jaime II.Tate Britain.Foto R.Puig.

Tate Modern

Milennium Bridge. Londres. Foto R.Puig.

Milennium Bridge. Londres. Foto R.Puig.

Por el Millenium Bridge se llega con gran solemnidad a la Tate Modern, que como su nombre indica, está dedicada al arte moderno y contemporáneo, complementando en algunos casos a la Tate Britain.

Desde Millenium Bridge. Londres. Foto R.Puig.

Desde Millenium Bridge. Londres. Foto R.Puig.

En el recorrido se aprecia la vista del nuevo skyline londinense.

Y en las escaleras del museo, la sensación de una moderna arquitectura de interiores.

Por las escaleras de la Tate Modern. Foto R.Puig

Por las escaleras de la Tate Modern. Foto R.Puig

Me faltaba ya tiempo, pero durante una hora y media recorrí por primera vez las salas de la colección permanente y guardé algunas fotografías, entre las cuales, de forma aleatoria, selecciono hoy un reducido número para esta página.

En la salas de arte abstracto

Paule Vezelay. Formas del gris.Tate Modern. Foto R.Puig

Paule Vezelay. Formas del gris.Tate Modern. Foto R.Puig

En las salas dedicadas al Minimalismo

Sala del Minimalismo.Tate Modern. Foto R.Puig

Sala del Minimalismo.Tate Modern. Foto R.Puig

O en la de Rothko

Sala Rothko.Tate Modern. Foto R.Puig

Sala Rothko.Tate Modern. Foto R.Puig

De su obra meditativa al ajetreo. En las cercanías de la Tate Modern se encuentran el puente y la estación de Blackfriars, que experimentan en estos momentos grandes obras de renovación.

Blackfriars Bridge en obras.Londres. Foto R.Puig.

Blackfriars Bridge en obras.Londres. Foto R.Puig.

Blackfriars Bridge en obras. Londres. Foto R.Puig.

Blackfriars Bridge en obras. Londres. Foto R.Puig.

Pero acabo deseando a los lectores los buenos días con una obra que siempre me ha producido una sensación de calma, “Morning” de Dod Procter, nombre artístico de casada de  Doris Margaret Shaw (1890-1972).

Dod Procter. Morning.Tate Modern. Foto R.Puig

Dod Procter. Morning.Tate Modern. Foto R.Puig

¡Dulces sueños y suaves amaneceres!

Dod Procter. Morning.Detalle. Tate Modern. Foto R.Puig

Dod Procter. Morning.Detalle. Tate Modern. Foto R.Puig


En la ruta veraniega (II): Toulouse (II). En el museo de Les Abattoirs (los antiguos mataderos)

$
0
0
Toulouse. Vista del Garona desde la orilla de Les Abattoirs. Foto R.Puig.

Toulouse. Vista del Garona desde la orilla de Les Abattoirs. Foto R.Puig.

Por toda Europa, los imponentes edificios donde antes se sacrificaban las reses se han ido rehabilitando para sacrificar al arte y la cultura, de preferencia contemporáneos. Lo he podido comprobar en los antiguos mataderos de Madrid, en el Campo Boario en Roma y lo acabo de comprobar en Les Abattoirs de Toulouse.

Toulouse. Nave principal de Les abattoirs. Foto R.Puig.

Toulouse. Nave principal de Les Abattoirs. Foto R.Puig.

Guiado por viejo amigo Rodolfo, pude visitar este museo de arte moderno y contemporáneo, no lejos de la poderosa corriente del Garona y de la plaza del Dr. Maurice Pujol “médico de los hospitales y de los pobres” (1883-1972) en el barrio de Saint-Cyprian.

Toulouse. En la plaza del Dr.Pujol. Foto R.Puig.

Toulouse. En la plaza del Dr.Pujol. Foto R.Puig.

Cerca del museo nos hubiese gustado dar unas vueltas sobre el rinoceronte del Beau Manège, el romántico tiovivo de los años 30, rehabilitado por la Asociación La Machine. Pero este histórico juguete no es para quienes nacimos no mucho después de su época dorada, cuando aún lo movían sus mecanismos originales.

Toulouse. Rinoceronte del Beau Manège. Foto R.Puig.

Toulouse. Rinoceronte del Beau Manège. Foto R.Puig.

Así que nos contentamos con verlo girar para disfrute de la infancia.

LOS ‘JUGUETES’ DE LA FAMILIA SMITH

Obras de Tony Smith. Toulouse Les Abattoirs. 2013.Foto R.Puig

Obras de Tony Smith. Toulouse Les Abattoirs. 2013.Foto R.Puig

En cualquier caso, ya dentro de Les Abattoirs, nos sentimos inmersos en el ambiente adecuado para un ludópata del arte, las creaciones de Tony Smith y de sus hijas, Kiki y Seton, en una amplia exposición temporal. La verdad es que podríamos extendernos sobre varios aspectos de la colección permanente, pero la familia Smith nos ocupó casi toda la visita.

La pasión serena por las estructuras primarias

Tony Smith (1912-1980), arquitecto, pintor y escultor, domina la muestra con sus juegos de formas, trufados de cálculo matemático, resultado de su habilidad combinatoria y geométrica.

Tony Smith. Maqueta de casa para orilla del mar. Foto R.Puig

Tony Smith. Maqueta de casa para orilla del mar. Foto R.Puig

Fue uno de los primeros minimalistas en los años 60 en los Estados Unidos, en quien muchos se han inspirado y del que no pocos han copiado.

Serie Louisenberg. Tony Smith. Toulouse. Les Abattoirs. 2013.Foto R.Puig

De la serie Louisenberg. Tony Smith. Toulouse. Les Abattoirs. 2013.Foto R.Puig

Muchos le hemos admirado a través de sus obras antes de saber a quién se debían.

Cuando se analizan sus trabajos, se comprende mejor que, en este como en otros campos de la creación humana, una forma aparentemente simple puede ocultar complejidades (y obsesiones) insospechadas.

Combinatoria de la Serie Louisenberg. Dibujo deTony Smith. Toulouse Les Abattoirs. 2013.Foto R.Puig

Combinatoria a partir de tres formas básicas de la Serie Louisenberg. Dibujo deTony Smith. Toulouse Les Abattoirs. 2013.Foto R.Puig

Tony Smith. Sin título.   Foto R.Puig

Tony Smith. Sin título. Foto R.Puig

Tony Smith. Sin título. Foto R.Puig

Tony Smith. Sin título. Foto R.Puig

Tony Smith. Sin título. Foto R.Puig.

Tony Smith. Sin título. Foto R.Puig.

Narrativa mitológica

Kiki Smith (1954-) es hija de Tony.  Junto con su hermana Seton vivió inmersa en el ambiente artístico de la familia (el taller del padre y la carrera de bailarina renombrada de la madre).

De niñas, las hermanas ayudaban al padre a construir los dodecaedros y tetraedros de sus proyectos escultóricos.

Me centro aquí en tres de sus esculturas, dos de ellas de acentuada carga simbólica.

Una visión feminista de la creación de una Eva de edad madura a partir de no se sabe bien si de la costilla de un Adán licántropo o de una loba primigenia.

Rapture. Kiki Smith. Toulouse Les Abattoirs. 2013.Foto R.Puig

Rapture. Kiki Smith. Toulouse Les Abattoirs. 2013.Foto R.Puig

La siguiente es una expresiva alegoría de la mujer como hija de la gacela

Born. Kiki Smith. Toulouse Les Abattoirs. 2013.Foto R.Puig

Born. Kiki Smith. Toulouse Les Abattoirs. 2013.Foto R.Puig

La tercera es parte de un conjunto titulado “La Anunciación”.

Mensajero. Kiki Smith. Toulouse Les Abattoirs. 2013.Foto R.Puig

Mensajero. Kiki Smith. Toulouse Les Abattoirs. 2013.Foto R.Puig

Recrea a un flotante mensajero de aire misterioso y mudo. Una especie de portador de ambiguas nuevas que parece reservarse, dejándonos el trabajo de adivinarlas.

……………

De la fotógrafa de la familia, Seton Smith (1955 -), no he registrado directamente las obras expuestas, pero pueden apreciarse algunas fotografías de adustos paisajes, que creo recordar son suyas, en el fondo de la sala donde se exponen varios formas minerales de su padre.

Obras de Tony Smith.  Toulouse Les Abattoirs. 2013.Foto R.Puig

Obras de Tony Smith. Toulouse Les Abattoirs. 2013.Foto R.Puig

El próximo domingo volveremos con más cosas de Toulouse.

Por el momento, escapando del calor que hacía aquel día, podemos imaginarnos engullidos en el interior de las refrescantes entrañas del pez del Beau Manège.  Al fin y al cabo dicho acto, surrealista y bíblico, no desentonaría cerca de las esculturas de Kiki Smith.

Toulouse. El pez voraz del Beau Manège. Foto R.Puig.

Toulouse. El pez voraz del Beau Manège. Foto R.Puig.



En la ruta veraniega (III): Toulouse (III), Fisionomías (VIII) y otras fascinaciones del museo de Les Augustins

$
0
0
Cabeza femenina. s.XV.Les Augustins. Foto R.Puig.

Cabeza femenina. s.XV.Les Augustins. Foto R.Puig.

Para Rodolfo y Marta

Fue un monasterio construido entre los siglos XIV y XV. La Revolución Francesa y sus avatares, entre los cuales se cuentan las requisiciones de ese periodo y de las guerras napoleónicas, así como las obras que proceden de iglesias existentes o desaparecidas, más lo que la Academia de Toulouse tenía, el Louvre ha prestado y no pocos legatarios han donado, han ido constituyendo una colección imponente de obras de arte que se extiende desde los capiteles románicos del siglo XII a las obras de las primeras décadas del siglo XX. Es el monasterio-museo de Les Augustins.

Este visitante tiene, cómo no,  sus preferencias, por no decir sus manías. Este recorrido las presenta por caprichoso paquetes.

Fisionomías y expresiones

Gargola erecta. Claustro.Les Augustins. Foto R.Puig.

Gárgola erecta. Claustro.Les Augustins. Foto R.Puig.

Empiezo por la boca. En primer lugar una que aúlla, la de un lobo o perro de grandes fauces. Cuento hasta doce similares en posición vertical. Alguna vez tuvo su finalidad funcional, la de achicar el agua desde las cornisas de una iglesia gótica, probablemente demolida, pues creo que son sus gárgolas las que, perdida su  horizontalidad, se alinean en el claustro del museo.

Galeria de gargolas. Claustro.Les Augustins. Foto R.Puig.

Galeria de gárgolas. Claustro.Les Augustins. Foto R.Puig.

A su lado un grupo de aplicadas alumnas se ejercita en el arte del dibujo.

Del rostro canino a la expresión humana

Y perdonadme que no vaya ordenadamente por salas, pues la boca de los lobos me lleva a otras bocas sibilinas o proféticas.

Jean Bauduy. s.XVI. Sibila del deambulatorio de Saint Sernin. s.XVI. Detalle.  Les Augustins. Foto R.Puig.

Jean Bauduy. s.XVI. Sibila del deambulatorio de Saint Sernin. s.XVI. Detalle. Les Augustins. Foto R.Puig.

Si la memoria no me engaña no he visto antes esculturas que estén modeladas en actitud de mover los labios como estas figuras de sibilas y profetas, en terracota, provenientes del deambulatorio de la basílica de Saint Sernin, de la que hemos hablado hace bien poco.

Jean Bauduy. s.XVI. Sibila del deambulatorio de Saint Sernin. s.XVI. Les Augustins. Foto R.Puig.

Jean Bauduy. s.XVI. Sibila del deambulatorio de Saint Sernin. s.XVI. Les Augustins. Foto R.Puig.

Jean Bauduy. s.XVI. Sibila del deambulatorio de Saint Sernin. s.XVI. Les Augustins. Foto R.Puig.

Jean Bauduy. s.XVI. Sibila del deambulatorio de Saint Sernin. s.XVI. Les Augustins. Foto R.Puig.

Es bastante lógico que para el ingenuo y minucioso artista del siglo XVI una sibila ha de profetizar  sibilinamente y un profeta ha de anunciarnos con su palabra el futuro. Así que sus obras, en tamaño más que natural han de mover los labios.

ean Bauduy. s.XVI. Profeta del deambulatorio de Saint Sernin. s.XVI. detalle.  Les Augustins. Foto R.Puig.

Jean Bauduy. s.XVI. Profeta del deambulatorio de Saint Sernin. s.XVI. Detalle. Les Augustins. Foto R.Puig.

Y como no hablan por iniciativa propia, sino poseídos por el Espíritu Santo, parece normal que tengan los ojos cerrados.

Por lo que se refiere a José de Arimatea los tiene entreabiertos y llorosos mientras sostiene los pies de Cristo muerto al que están envolviendo en el sudario.

Jose de Arimatea. Detalle de Sepelio de Cristo. s.XV. Les Augustins. Foto R.Puig.

Jose de Arimatea. Detalle de Sepelio de Cristo. s.XV. Les Augustins. Foto R.Puig.

También en éxtasis debía de estar esta santa teresa medieval procedente de un grupo escultórico sepulcral del siglo XIV.

Cabeza de monja. s.XIV. Les Augustins. Foto R.Puig.

Cabeza de monja. s.XIV. Les Augustins. Foto R.Puig.

Tan es así que, cuando algún sans culotte le machacó la nariz en los  años del furor revolucionario, sus ojos siguieron abiertos a una visión ultramundana.

Cabeza de monja. s.XIV. Detalle. Les Augustins. Foto R.Puig.

Cabeza de monja. s.XIV. Detalle. Les Augustins. Foto R.Puig.

No podemos en cambio atribuirle rasgos místicos a esta bella durmiente decimonónica, viva expresión del terror  en plena pesadilla.

Un dragón de voraz apetito intenta poseerla y no hay ningún arcángel que venga a librarla.

Pesadilla. Eugene Thivier. ss.XIX a XX. Les Augustins. Foto R.Puig.

Pesadilla. Eugène Thivier. ss.XIX a XX. Les Augustins. Foto R.Puig.

A falta de un San Jorge, el mismo San Miguel hubiese cumplido bien la tarea y devuelto la dulzura de un sueño sosegado a la bella.

El demonio derrotado por San Miguel Detalle. Les Augustins. Foto R.Puig.

El demonio derrotado por San Miguel Detalle. Les Augustins. Foto R.Puig.

Lucifer, derrotado, se rendiría a sus pies.

¿O habría hecho falta un obispo con la cruz de espantar diablos y herejías en alto, pronunciando las palabras que dictan los protocolos de los exorcistas diplomados?

El cardenal Lavigerie hacia 1898 por Alexandre Falguiere. Les Augustins. Foto R.Puig.

El cardenal Lavigerie hacia 1898 por Alexandre Falguière. Les Augustins. Foto R.Puig.

Pero, en este caso, no es el cardenal Rouco y Varela con su equipo de exorcistas diocesanos quien se enfrenta a las fuerzas del diablo. No, aquí se trata del fundador de los Padres Blancos, el cardenal Charles Martial Lavigerie (1825-1892), en actitud protectora de doncellas poseídas, justo ante las mismas escaleras junto a las cuales se extiende el cuerpo sensual de la empavorecida durmiente.

La verdad es que esa escalera, llena de tentaciones sensuales, está necesitada de una aspersión diaria con hisopos de agua bendita.

Danzante en marmol y su proyecto en escayola. Alexandre Falguiere. Les Augustins. Foto R.Puig.

Danzante en mármol y su proyecto en escayola. Alexandre Falguière. Les Augustins. Foto R.Puig.

La ocupan, junto a otros desnudos masculinos y femeninos, unas danzarinas provocadoras.

Así como, llegados al rellano superior, nos recibe una Diana joven y desafiante con sus ojos, esta vez bien abiertos, su mirada directa, su aplomo y un esbozo de sonrisa que es toda una profecía.

Diana por Alexandre Falguiere. 1897. Les Augustins. Foto R.Puig.

Diana por Alexandre Falguière. 1897. Les Augustins. Foto R.Puig.

A pesar de los ciento quince años que han transcurrido desde que esta obra se esculpiese a fines del siglo XIX ¡no me diréis que su coiffure no es actual!

No faltan otras miradas femeninas que nos cautiven en las salas de pintura, de Les Augustins.

Retrato de mujer. Francesco Solimena. ss.XVII a XVIII. Les Augustins. Foto R.Puig.

Retrato de mujer. Francesco Solimena. ss.XVII a XVIII. Les Augustins. Foto R.Puig.

Otro ejemplo,  un retrato de una niña, seguramente del XVIII, cuyo autor me escapó, que sigue ahí, atravesando el espesor de los siglos, como si su tez se iluminará con la brisa de este mismo verano.

Retrato infantil. Les Augustins.  Foto R.Puig.

Retrato infantil. Les Augustins. Foto R.Puig.

Realismo social decimonónico

Las obras piadosas del museo no cesan de reclamar nuestra atención.  La fisionomía de un devoto monaguillo, ataviado como un cardenal casi prefigura en su candor a un futuro papa en este detalle del cuadro de Alexandre Antigna (1817-1878) sobre la procesión del Corpus.

Monaguillo de la Fiesta del Corpus . Alexandre Antigna. 1855.Les Augustins. Foto R.Puig.

Monaguillo de la Fiesta del Corpus . Alexandre Antigna. 1855.Les Augustins. Foto R.Puig.

Otro Alexandre, pintor y escultor, Alexandre Falguière (1831-1900) viajaba por España a finales del siglo XIX y se fijó más bien en otras procesiones, las de nuestros desarrapados de la época, en este caso dos niños enanos con zurrón y campanilla de mendigar, a quienes retrató de acuerdo con el realismo que había puesto en marcha en Francia la pintura de Gustave Courbet (1819-1877), precedido mucho antes por nuestro Goya, por no remontarnos a Velázquez y a Murillo (tan venerado en Francia).

Enanos españoles con muletas. Alexandre Falguiere. c. 1880. Les Augustins.

Enanos españoles con muletas. Alexandre Falguière. c. 1880. Les Augustins.

Quién sabe si alguno que se hizo pequeño como un niño (Jesús dixit) llegó jamás a papa.

Y, a propósito ¿sabe alguien cuál ha sido el papa más bajito de la historia? ¿No habrá sido la estatura reducida de algún papa lo que motivó el uso de la tiara papal? Es un tema de investigación que puede que hayan tratado los historiadores. Si encuentro algo lo consignaré en futuras entradas.

A la misma corriente realista pertenece este grupo familiar anonadado por la pobreza y por los desastres que sobre sus privaciones sigue acumulando ese destino que les ha dejado empantanados en medio del camino en un crudo invierno.

Alexandre Antigna. c.1855. Les Augustins. Foto R.Puig.

Alexandre Antigna. c.1855. Les Augustins. Foto R.Puig.

La muerte del caballo es un hachazo cruel de la mala fortuna. El padre, demasiado consciente de lo crítico de la situación, está abatido y son los niños los que encienden una hoguera. Otro pequeño se preocupa por el abuelo, a quien se vislumbra dentro del carromato, y corre la modesta cortina para protegerle del frío.

Aquí los niños recogen leña para la supervivencia, mientras en el cuadro anterior, del mismo pintor y del mismo año, esparcían pétalos para la procesión eucarística.

Fiesta del Corpus. Alexandre Antigna. 1855.Les Augustins. Foto R.Puig.

Fiesta del Corpus. Alexandre Antigna. 1855.Les Augustins. Foto R.Puig.

Conviene notar que este tipo de obras de la vida de la gente común, a veces dulces y a menudo patéticas, cosechaba grandes triunfos en el Salón anual de París, como reacción a la grandilocuencia de los grandes lienzos históricos del neoclásico francés.

Si la madre del pobre grupo está petrificada por la angustia con un bebé en brazos, volvamos al siglo XVI y contemplemos la talla polícroma de Notre Dame de Grasse (de gracia), una virgen joven, ataviada ricamente, que mira en una dirección, mientras el niño lo hace hacia la opuesta. Dicen que simboliza la distribución de tareas entre la Virgen y Jesús, ambos atentos a todo lo que les pidan los cristianos de cualquier lado que las súplicas vengan.

Notre Dame de Grasse. s.XV.Les Augustins. Foto R.Puig.

Notre Dame de Grasse. s.XV.Les Augustins. Foto R.Puig.

Yo lo veo de otro modo. A mí me parece que la madre está cansada (puede que el niño haya dado bastante la tabarra e incluso tenga pis en los pañales) y está pidiendo que alguien se lo coja un ratito. Al fin y al cabo, estamos en plena época de un gótico permeado de realismo  y trufado de guiños familiares. Amén.

…………….

Pero, si de guiños se trata ¿qué me decís de este Herodes del siglo XII que ha perdido la cabeza y está haciéndole carantoñas a Salomé (lo que, como es notorio, hizo perder otra cabeza).

Herodes hace carantoñas a  Salomé. Sala de los capiteles. Les Augustins. Foto R.Puig.

Herodes hace carantoñas a Salomé. Sala de los capiteles. Les Augustins. Foto R.Puig.

Está en la fascinante sala de capiteles románicos.

Sala de los capiteles. Les Augustins. Foto R.Puig.

Sala de los capiteles románicos. Les Augustins. Foto R.Puig.

Se trata de un lugar repleto de mitología, de simbolismos y de bestiarios medievales.

Ángeles y obispos

En materia de cabezas cortadas no queda a la zaga el obispo cefaloforo (el que lleva en sus manos su propia cabeza)

Obispo cefaloforo. s. XV.Les Augustins. Foto R.Puig.

Obispo “cefaloforo”. s. XV.Les Augustins. Foto R.Puig.

ni en materia de símbolos el forzudo obispo que sostiene, doblado por su peso, el edificio de una iglesia que, potentado él, donó a su diócesis.

El obispo Tissendier donando la capilla de Rieux. s.XIV. Les Augustins. Foto R.Puig.

El obispo Tissendier donando la capilla de Rieux. s.XIV. Les Augustins. Foto R.Puig.

En reconocimiento a su munificencia lo esculpieron así, de acuerdo con una corriente iconográfica muy socorrida del medioevo, como vimos el verano pasado en Tréveris.

No quisiera aburriros. Pero es que los ángeles músicos son parte de mi safari fotográfico y de mis preferencias. Así que ahí van cuatro sin más comentarios.

Angel organista. s.XV. Les Augustins. Foto R.Puig.

Ángel organista. s.XV. Les Augustins. Foto R.Puig.

Angel trompetista. s.XV. Les Augustins. Foto R.Puig.

Ángel trompetista. s.XV. Les Augustins. Foto R.Puig.

Virgen y niño con angeles músicos. El angel arpista.s.XVI. Les Augustins. Foto R.Puig.

Virgen y niño con angeles músicos. El angel arpista.s.XVI. Les Augustins. Foto R.Puig.

Virgen y niño con angeles músicos. El angel organista.s.XVI. Les Augustins. Foto R.Puig.

Virgen y niño con ángeles músicos. El ángel organista.s.XVI. Les Augustins. Foto R.Puig.

¡Ah! ¡Y una angelical guitarrista de época más reciente!

Henri Van Gorp. Nina tocando una romanza. ss.XVIII a XIX. Romanza. Les Augustins. Foto R.Puig.

Henri Van Gorp. Nina tocando una romanza. ss.XVIII a XIX. Les Augustins. Foto R.Puig.

Pierre-Henri de Valenciennes

Andaba yo un poco triste pues, no encontraba obra de aquel ilustre paisajista de Toulouse que pintó sus mejores obras en Roma. Me refiero a mi admirado Pierre-Henri de Valenciennes (1750-1819) , de quien ya he tratado en este blog.

Estaba yo casi tan malhumorado como Marc Arcis (1655-1739) cuando modeló su autorretrato.

Autorretrato de buen humor de Marc Arcis. ss. XVII a XVIII. Les Augustins. Foto R.Puig.

Autorretrato de buen humor de Marc Arcis. ss. XVII a XVIII. Les Augustins. Foto R.Puig.

Y a mi desesperanza vino a contribuir una guardiana de la sala de pintura del XIX que, tras preguntarle, me dijo que no había nada de él en el principal museo de su ciudad natalicia. Así que mi sorpresa fue muy grata al encontrar cuatro lienzos del ilustre pintor nacido en Toulouse, autor de muchos paisaje de Roma y el Lazio, en la sala contigua.

Os dejo aquí testimonio de tres de ellos.

Dos paisajes romanos, donde la luz de la campiña me trae recuerdos.

Paisaje cerca de Roma. Pierre Henri de Valenciennes. Museo de Les Augustins. Foto R.Puig

Paisaje cerca de Roma. Pierre Henri de Valenciennes. Museo de Les Augustins. Foto R.Puig

Campiña romana. Pierre Henri de Valenciennes.s.XIX. Les Augustins. Foto R.Puig.

Campiña romana. Pierre Henri de Valenciennes.s.XIX. Les Augustins. Foto R.Puig.

Y un paisaje con anécdota histórica.

Ciceron descubre la tumba de Arquimedes. Pierre Henri de Valenciennes. 1787.Museo de Les Augustins. Foto R.Puig.

Cicerón descubre la tumba de Arquímedes. Pierre Henri de Valenciennes. 1787.Museo de Les Augustins. Foto R.Puig.

Es un placer volver de vez en cuando al Lazio, pues en aquellas luminosas tierras comencé este blog.

En el museo hay un cuadro inacabado de otro pintor francés de Roma, donde se aprecia el proceso minucioso de elaboración del lienzo.

Valle del Tiber. Nicolas Didier Boguet.ss.XVIII a XIX. Les Augustins. Foto R.Puig.

Valle del Tíber. Nicolas Didier Boguet.ss.XVIII a XIX. Les Augustins. Foto R.Puig.

Colofón

Una de las joyas del museo es un Rubens de 1635, un Cristo crucificado entre los ladrones que, como reza la cartela, debió de ser donado graciosamente (“envoi” del gobierno imperial en 1805) por la iglesia de los Capuchinos de Amberes a los ejércitos de Napoleón, como agradecimiento por su pacífica liberación de los territorios belgas.

Rubens. Cristo y los ladrones.1635.  Altar de los Capuchinos de Amberes. Botin imperial. 1805. Foto R.Puig..

Rubens. Cristo y los ladrones,1635 del altar de los Capuchinos de Amberes. Remesa del gobierno imperial en1805. En el museo desde el 2004. Foto R.Puig..

Ironía aparte, en realidad, el ocupante francés decretó la supresión de la orden de los Capuchinos en 1796 y entre 1803 y 1804 el convento y la iglesia de la orden en Amberes, que databan de fines del siglo XVI, fueron demolidos y substituidos por mansiones particulares.

De su altar mayor proviene este cuadro soberbio. Al respecto se me ocurren algunas cosas. Por ejemplo, que en Europa hemos tenido también nuestros talibanes y de eso no hace tanto. Sólo que los nuestros, a diferencia de los de hoy, también demolían pero se quedaban con las mejores piezas para especular en el mercado  del arte.  Por las vueltas que da la historia, el cuadro salió de un convento que la revolución demolió en Flandes y acabó en otro convento que la misma revolución confiscó en Toulouse. Lo que no ha variado es que Cristo sigue crucificado entre ladrones.

Sea como sea, hayan pensado o no los belgas en reclamarlo, el caso es que, testimonio del genio de Rubens, deslumbra hoy al visitante en la nave lateral izquierda de la iglesia del antiguo monasterio de los Agustinos de Toulouse. Unos frailes capuchinos lo encargaron y en el convento que fue de frailes agustinos se expone ahora por obra y gracia de la guerra. A quien la Diosa Razón se la dio, las Musas se la bendigan.

No voy a seguir hablando de otras obras señeras que el museo exhibe, legados de invasiones, requisiciones armadas y negocios de la familia Bonaparte y de sus generales en los países ocupados.

De todos modos, la verdad es que en Toulouse estas obras de arte están hoy bien aclimatadas y cuidadas.


Ambigüedad de noviembre, noticias del premio Hasselblad 2013 y un tercer asunto

$
0
0
Noviembre a la vera del canal. Foto R.Puig.

Noviembre a la vera del canal. Foto R.Puig.

En estas semanas pre-invernales

La luz del sol es cada vez más oblicua. Unos días cambiantes marcan el inflexible tránsito hacia el invierno escandinavo.

Pueden ser dulces e invitar al vagabundeo  junto a los canales y por las plazas.

Pueden ser grises e inadvertidamente guiar nuestros pasos hacia el museo.

Pueden ser narcóticos y recluirnos en la butaca con un libro y muchos recuerdos.

Este tiempo de noviembre ni es otoño ni es invierno y nuestras sensaciones están divididas. ¿Serán privilegios de jubilado?  El caso es que ya desde temprano, tras caerme de la cama y según se presente el aire, según se muestre el cielo, he de tomar decisiones. Y no será el espejo cruel el que me ayude.

Ambiguas sensaciones. Foto R.Puig

Ambiguas sensaciones. Foto R.Puig

Uno de estos días decidió por mí y me llevó al Museo de Bellas Artes de Gotemburgo

Exposición de Joan Fontcuberta (Premio Hasselblad 2013)

Sería imposible resumir aquí la exposición, muy adecuada para este mes ambiguo, de Joan Fontcuberta (Barcelona 1955). Se perdona que las salas de la Fundación Hasselblad lo presenten como un artista conceptual. Opino que todo buen creador ha sido siempre conceptual desde los albores de la creación artística. Pero esta es otra batalla. Será por hoy otra de las ironías de noviembre, pues de fina ironía nos habla también la obra del fotógrafo de Barcelona. Tomémoslo como una concesión a la plaga conceptual que nos afecta desde los tiempos en que Marcel Duchamp decidió tomar el pelo al mercado del arte.

El caso es que Fontcuberta no nos toma el pelo, salvo por los pelos de la serie Fauna, recopilación basada en los trabajos del teratólogo y zoologo alemán Peter Ameisenhaufen (1895-1955).Este fabricante de ilusiones faunísticas fue contemporáneo de los debates sobre la evolución de las especies, el surrealismo y, last but not least, la moda de los ready made.

Centaurus Neardentalensis. Fauna de Joan Fontcuberta. Foto R.Puig.

Centaurus Neardentalensis. Fauna de Ameisenhaufen, Fontcuberta y Formiguera. Foto R.Puig.

Sus animales anómalos son una muestra de la habilidad del taxidermista para juntar trozos de bichos rellenos de paja y cubiertos de pelos o plumas. Esta colección de imágenes, híbridos disecados y testimonios documentales, es el fruto de un trabajo lleno de ironía de Joan Fontcuberta y Pere Formiguera.

Las comprensibles manías faunísticas de la recopilación del fotógrafo español y catalán, me resultan simpáticas y meritorias, sobre todo por el retorno a las composiciones fotográficas del alemán y por las vitrinas de frankesteins  que contiene.

Myodorifera Colubercauda. Fauna de Joan Fontcuberta. Foto R.Puig.

Myodorifera Colubercauda.  Fauna de Ameisenhaufen, Fontcuberta y Formiguera. Foto R.Puig.

Pero, como he dicho, no puedo extenderme por las otras secciones, no menos surrealistas, de la exposición. Una de ellas recoge información sobre los hydropithecus fósiles (nuestros ancestros sirena) que el febril presbítero Jean Fontana descubrió en los Alpes franceses en los años cuarenta del siglo XX  y de los que la exposición presenta un vídeo, un poco revenido,  o los estupendos trabajos fotográficos de Fontcuberta sobre el Cosmos en su serie Constelaciones.

A mi modo de ver, lo mejor de la exposición son sus Orogénesis; aunque eché de menos que las cartelas, además de reflejar, como lo hacen, sus fuentes de inspiración (la Sainte Victoire de Cezanne por ejemplo), recogiesen también la localización geográfica de los paisajes fotografiados.

Anecdóticos, aunque atractivos, son los enigmas de la política espacial soviética y los misterios del Soyuz 2, su cosmonáuta y su cosmoperro, que, según nos cuenta la exposición, se volatilizaron en el espacio bajo los efectos del vodka. Fontcuberta les rinde tributo con grandes y solemnes reproducciones.

Pero sería más completo venirse a Gotemburgo a ver todo esto. Si no me equivoco se trata del primer español que recibe el Premio Hasselblad, posiblemente el más prestigioso del mundo de la fotografía. El galardón se otorga anualmente desde 1980: http://www.hasselbladfoundation.org/collection/en/

Erectus pseudospinosus. Herbarium fotografico de Joan  Fontcuberta.1982.

Erectus pseudospinosus. Herbarium fotografico de Joan Fontcuberta.1982

He dejado para el final otra de las series expuestas, el Herbarium, una colección de hermosas fotografías minimalistas e irónico-botánicas, con las que Fontcuberta rinde homenaje a la obra de  Karl Blossfelds (1865-1932), publicada en 1928, en la que el fotógrafo y botánico alemán ilustraba la naturaleza real de los motivos vegetales del Art Nouveau.

Giliandeia escoliforcea. Herbarium fotografico de Joan  Fontcuberta.1982.

Giliandeia escoliforcea. Herbarium fotografico de Joan Fontcuberta.1982.

Entre los varios méritos enumerados en el folleto de la muestra  a Joan Fontcuberta le han otorgado el Premio Hasselblad 2013 por importantes motivos:

… por sus innovadoras investigaciones en el campo de la fotografía y la relación que esta tiene con la verdad, a través de narrativas fotográficas que unen las fronteras entre el hecho y la ficción. Su constante cuestionamiento de los que se consideran conocimientos autorizados establece un valioso método de explorar tanto la fotografía de la naturaleza como la naturaleza de la fotografía

Así pues, Victor Hasselblad  (1906-1978) se sigue mereciendo las flores que anónimos fotógrafos depositan en las manos de su figura en bronce, que le recuerda cerca de las escaleras del Museo de Arte de Gotemburgo.

Victor Hasselblad por Ulf Celen y Eino Hanski. Foto R.Puig.

Victor Hasselblad por Ulf Celèn y Eino Hanski. Foto R.Puig.

Es en esta sede donde, muy adecuadamente, la Fundación que lleva su nombre tiene las exposiciones y mantiene sus archivos, abiertos a los investigadores y amantes de este inagotable y siempre renovado arte de la Fotografía.

El tercer asunto

Algunos de estos días grises que se prestan al retiro me llevaron a abrir las páginas de un libro y a latitudes más soleadas, pues en tierras de Bolivia  se desarrolla  la primera novela de un amigo, condiscípulo de lejanos estudios compartidos, publicada hace cinco años. Así es la vida, nos separa de los compañeros y muchos años más tarde nos reúne a través de unas páginas.

Entre las orillas de la ría de Göteborg  y la cuenca amazónica del Beni un puente invisible trasiega nuestras historias.

Carlos Garcia Tornel. El tercer asunto. Ed.Gente comun. La Paz, 2008.

Carlos Garcia Tornel. El tercer asunto. Editorial Gente común. La Paz, 2008.

El escenario son en su mayor parte las cálidas regiones del oriente boliviano. Con tesón quijotesco su autor salió airoso de una narración de intrigas y amores en la tierra que le adoptó hace años. Me ha dicho que, si la escribiese ahora, lo haría de otro modo. Cuando se sigue escribiendo y publicando siempre vienen ganas de revisar la opera prima. Los autores casi siempre piensan así. Escritores o no, nos suele pasar a todos con las primeras obras de nuestra vida. Pasados los años, ya no nos bañamos en el mismo río.

El rio Beni entre Rurrenabaque y San Buenaventura . Foto R.Puig

El río Beni entre Rurrenabaque y San Buenaventura . Foto R.Puig

Pero, más allá de la metáfora (atribuida a Heráclito), la corriente verdadera en la que una parte de la novela de Carlos García Tornel se baña, es la del río Beni. En su obra destaca su amor a esa región boliviana y a las gentes que viven en ella, retratados en las vicisitudes y los numerosos detalles que este documento-ficción desgrana a lo largo de un rocambolesco suspense.

Que su protagonista catalán, Jordi, sin pretenderlo frustre la secesión de los departamentos orientales de Bolivia, aunque su padre, Jaume, catalán suavemente independentista, sea el director en el país de una multinacional española de los hidrocarburos y esté implicado en una maquinación internacional que promueve la  secesión, no deja de tener su carga de ironía, no sé si retrospectiva o prospectiva.

Rurrenabaque. Foto R.Puig.

Junto a las orillas del Beni en Rurrenabaque. Foto R.Puig.

En cualquier caso, en esta peripecia no todos los parecidos con la realidad son pura coincidencia.

El autor ha publicado también: Cuentos indecentes, cuentos inocentes, La Paz, Editorial Gente común, 2010  y  Muertos por encima de toda sospecha, La Paz, Editorial Autodeterminación Noviembre 2012 (en mi me mesa de lecturas pendientes).

Final campestre

Ya que hoy hemos estado en el museo, acabaré con el detalle de uno de los cuadros de la donación de la familia de Gustaf Werner (1859-1948), que se expone actualmente en sus salas.

Per Ekström. Granja al atardecer. Detalle. Coleccion Werner Villa. Museo de Arte de Gotemburgo.

Per Ekström. Granja al atardecer. Detalle. Coleccion Werner Villa. Museo de Arte de Gotemburgo.

La visión de esta granja y su sol moribundo, en el atardecer de un lejano día de fines del siglo XIX en Öland, parecen rescaldarnos un poco, a pesar de los vientos del Báltico que seguramente la batían.

En esos parajes vivió y pintó desde 1890 hasta su muerte el artista sueco, formado en Francia, Per Ekström (1844-1935).


Miradas de paseante

$
0
0
Luna despistada sobre Gotemburgo. Foto R.Puig

Luna despistada sobre Gotemburgo. Foto R.Puig

Hoy no me siento ni filósofo, ni poeta. Lo cual no quiere decir que no esté de ánimo peripatético. No son grandes cosas las que hoy traigo al blog. Se trata nada más que de  imágenes que han ido cayendo en mi cesta de fotos al hilo de mis paseos durante las últimas dos semanas.

Las dejó aquí prendidas por el orden en que las tomé en estos días ambidextros de noviembre.

Por el bosque de Råda Säteri

Viejos muros.Råda Säteri.Foto R.Puig.

Viejos muros. Råda Säteri. Foto R.Puig.

En Suecia hay por todas partes lo que llaman Herrgård. Ya desde el siglo XVII los propietarios de tierras enriquecidos construían estas “masiones del señor”, es decir las casas de los amos de explotaciones agropecuarias y de producción de leche y derivados.

Hoy muchas de ellas han dejado de tener esa función y para mantenerse se han reciclado como sitios de prestigio para eventos, bodas, seminarios y otras celebraciones. Muchas albergan ahora buenos restaurantes y mesones en los alrededores de las ciudades.

La Mansion señorial de Råda Säteri.Foto R.Puig.

La Mansión señorial de Råda Säteri. Foto R.Puig.

Son antiguas mansiones, amobladas al gusto de otras épocas, llenas de recuerdos y de detalles suntuarios de siglos pasados, sin perder el carácter que tuvieron de centro de una explotación agrícola y ganadera, con las instalaciones adyacentes, algunas de ellas dedicadas a la práctica de la equitación.

Caballerizas.Råda Säteri.Foto R.Puig.

Caballerizas. Råda Säteri. Foto R.Puig.

No obstante, subsisten algunas que cumplen todavía su función original de núcleo residencial de una explotación agrícola y ganadera. Salvadas las distancias, son los cortijos del norte de una clase social, la de los nobles del pueblo,  que se enriqueció y mimetizó algunos de los rasgos de la aristocracia en siglos pasados. No podían aspirar a tener un castillo, pero sí una mansión. En el siglo XX eran ya en su mayoría propiedad de la burguesía industrial.

Astrid Petzäll y su caballo blanco en Råda Säteri.

Astrid Petzäll y su caballo blanco (página web de Råda Säteri.)

 

 

De vuelta del paseo. Råda Säteri.Foto R.Puig.

De vuelta del paseo. Råda Säteri.Foto R.Puig.

Rincón de reposo. Råda Säteri.Foto R.Puig.

Rincón de reposo. Råda Säteri.Foto R.Puig.

La casita roja. Råda Säteri.Foto R.Puig.

La casita roja. Råda Säteri.Foto R.Puig.

La verdad es que esta casa del amo o del señor no responde a un solo tipo ni es sólo característico de Suecia y yo me estoy extendiendo demasiado.

Solamente pretendía glosar las fotos de nuestro paseo a través del bosque de una de estas casas, la herrgård de Råda Säteri (“domicilio del que manda”) cerca de Gotemburgo. De las paredes de madera de la mansión cuelgan recuerdos de visitantes ilustres, como una carta manuscrita de Albert Einstein a su anfitriona durante el viaje que efectúo por Suecia en 1923, tras la recepción del premio Nobel.

A la manera  de un hórreo. Råda Säteri.Foto R.Puig.

A la manera de un hórreo. Råda Säteri.Foto R.Puig.

Hay noticias y restos arqueológicos que retrotraen la historia de esta granja a la Baja Edad Media. La edificación actual es de la segunda mitad del siglo XVIII.

En el bosque. Råda Säteri.Foto R.Puig.

En el bosque. Råda Säteri.Foto R.Puig.

Råda Säteri.Plano de la zona protegida por Natura 2000

Råda Säteri.Plano de la zona protegida integrada en Natura 2000

Toda el área, alrededor del Rådasjön, es un parque natural protegido y forma parte de la Red Europea Natura 2000.

Atardece. Råda Säteri.Foto R.Puig.

Atardece. Råda Säteri.Foto R.Puig.

Los grabados franceses del siglo XIX, amarillentos y románticos, flanquean la escalera principal. Si no has reservado mesa en el restaurante de manteles blancos dentro de la mansión, o no quieres pagar tres veces más por sus detalles gastronómicos, te basta con entrar en su krog de uno de los edificios auxiliares y comer muy bien a la pata la llana en régimen de buffet a precio fijo.

Bahía del castillo de Gunnebo desde Råda Säteri.Foto R.Puig.

Bahía del castillo de Gunnebo desde Råda Säteri.Foto R.Puig.

El paseo junto al lago añade romanticismo y sensaciones otoñales a la jornada.

En los jardines de Trädgårdsförening

La Venus del jardin. Trädgårdforening. Foto R.Puig.

La Venus del jardín. Trädgårdsförening. Foto R.Puig.

Lo consideramos nuestro parque del barrio y es uno de los más hermosos de Gotemburgo a un tiro de piedra de casa.

Trepadores. Foto R.Puig.

Trepadores. Foto R.Puig.

l bronce se broncea. Foto R.Puig.

El bronce se broncea. Foto R.Puig.

El viejo del parque. Trädgårdforening.Foto R.Puig.

El viejo del parque. Trädgårdsforening. Foto R.Puig.

Hay espacios y una casa para los niños, tiene un gran pabellón botánico y los canales lo rodean por dos de sus costados

La torre presumida. Trädgårdforening.Foto R.Puig.

La torre presumida. Trädgårdsförening. Foto R.Puig.

La casa de los pajaritos. Trädgårdforening.Foto R.Puig.

La casa de los pajaritos. Trädgårdsförening. Foto R.Puig.

Reflejos.Trädgårdforening.Foto R.Puig.

Reflejos.Trädgårdsförening. Foto R.Puig.

Quedaba una hora de sol cuando nos dimos una vuelta por sus veredas para estirar las piernas.

Paseo vespertino en Trädgårdforening. Foto R.Puig.

Paseo vespertino en Trädgårdsförening. Foto R.Puig.

Con ojos infantiles

Y como por Navidad vienen dos de mis nietos, estoy explorando algunos museos que aún no había visitado. En el Universeum no entré por falta de tiempo, pero no me hizo falta recorrerlo para darme cuenta de que los niños tienen ahí un mundo de maravillas y descubrimientos.

Los niños llegan al Universeum. Gotemburgo. Foto R.Puig.

Los niños llegan al Universeum. Gotemburgo. Foto R.Puig.

Basta ver la procesión continua de padres y madres con carritos y niños de la mano, dirigiéndose a sus puertas en una mañana de martes. La noria del parque de atracciones de Liseberg se perfila detrás del diplodocus longus que parece moverse a su antojo por la explanada del museo.

El Diplodocus. Universeum. Gotemburgo. Foto R.Puig.

El Diplodocus. Universeum. Gotemburgo. Foto R.Puig.

No me quedaba tiempo para la visita, pero está claro que este lugar es adecuado para encandilar la imaginación y fomentar la creatividad de los pequeños.

Navegar en sueños

En cambio, sí que pude darme una vuelta por las salas del Museo de la Navegación (Sjöfarts Museet) y de su acuario, lugar muy frecuentado por grupos escolares y familias.

En el acuario. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

En el acuario. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

Los pequeños se pegan a las vitrinas del acuario para observar la fauna piscícola multicolor, tratar de descubrir la cabeza de la murena o la langosta en sus escondrijos o a los peces platiformes que se mimetizan en los fondos marinos.

Efectos en el cristal. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

Efectos en el cristal. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

Sjöfarts Museet. Jacob Hägg. Barcos de la nacion. Detalle.

Sjöfarts Museet. Jacob Hägg. Barcos de la nación. Detalle.

El museo fascina a los adolescentes con sus explicaciones de fabulosas rutas marinas, reproducciones de tamaño real del interior de los bajeles y todos los modelos inimaginables de barcos.

El ramillete de proa. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

El ramillete de proa. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

Pero es la sala en penumbra de los mascarones de proa la que más gente menuda atrae y fascina. Bueno, no sólo a ellos, pues yo no puedo evitar que estas rudas fisionomías me hipnoticen un poco.

Mascarones de proa.Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

Mascarones de proa. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

Magia. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

Magia. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

Incluso hubo navieros que plantaron su efigie de jefe de oficina en la proa de sus naves.

El dueño en la proa. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

El dueño en la proa. Sjöfarts Museet. Foto R.Puig.

En fin, que mi programa de Navidad se va llenando y si tuviéramos la suerte de que la ciudad se cubra de nieve, podríamos subir a tomar un smörgås en una de las cafeterías en lo alto de sus torres, para contemplar  Gotemburgo bajo un manto blanco.

Torres trillizas. Gotemburgo. Foto R.Puig.

Torres trillizas. Gotemburgo. Foto R.Puig.


Waldemarsudde. El dominio de un príncipe encantado

$
0
0
Auguste Rodin. El pensador. Waldemarsudde. Foto  R.Puig.

Auguste Rodin. El pensador. Waldemarsudde. Foto R.Puig.

Ya se sabe que los países de monarquía tenemos que aceptar ciertas gabelas para la manutención de las familias reales. Si bien es cierto que en el pasado todo eso costaba mucho más e implicaba la financiación de una guerra de vez en cuando, por aquello de quítame que me pongo yo o muéveme esta frontera. La genética y las disputas sucesorias salían caras a los súbditos. En tiempos democráticos las facturas reales han de responder en principio a una contra-prestación a la nación y ya no quedan tantos reyes que cacen elefantes.

Pero sobre los deberes de los príncipes se han escrito ya muchos tratados a lo largo de la historia de Europa y no seré yo quien diga algo nuevo.  Las historias de las casas reales y sus miembros son variopintas y pintando fue como el Prins Eugen (1865-1947), hermano del bisabuelo del actual rey de Suecia, se hizo famoso.

Prins Eugen por Ivar Johnsson.. Waldemarsudde. Foto R.Puig.

Prins Eugen por Ivar Johnsson. Waldemarsudde. Foto R.Puig.

Sus paisajes eran a menudo de buena calidad, aunque a su padre, el rey Oscar II, no le hacía mucha gracia que un miembro de la casa real se dedicase a entretenimientos de bohemio. Finalmente no fue sólo pintando como Eugenio se hizo recordar con más lustre y menos prosopopeya que su padre.

Prins Eugen. La villa azul de Florencia. Foto R.Puig.

Prins Eugen. La villa azul de Florencia. Waldemarsudde. Foto R.Puig.

Todo este exordio ha venido a cuento para hablar de Waldermasudde, propiedad que adquirió a principios del siglo XX, y a su muerte legó al Estado, el príncipe Eugenio Napoleón (el segundo nombre fue un mal favor paterno). Durante cuatro décadas la enriqueció con una gran colección de obras de arte.

Herakles. Antoine Bourdelle. Waldemarsudde. Foto R.Puig.

Herakles. Antoine Bourdelle. Waldemarsudde. Foto R.Puig.

El dominio de Waldermasudde está en uno de los parques más vistosos de Estocolmo. Había sido la propiedad de una familia de navieros suecos desde el siglo XVIII. La silueta del antiguo molino del siglo XVII, que servía para producir aceite de lino, se destaca sobre el edificio modernista de su galería de arte, añadida por su mecenas a la antigua mansión señorial.

La rana. Per Hasselberg.Waldemarsudde. Foto R.Puig.

La rana. Per Hasselberg. Waldemarsudde. Foto R.Puig.

Esta acoge una colección permanente de esculturas y pinturas. Los paisajes pintados por Prins Eugen alternan con obras de Anders Zorn y de otros reconocidos artistas suecos y con las vitrinas de valiosas ediciones de arte y sus notables exposiciones temporales.

Interior de la mansión. Waldermasudde. Foto R.Puig.

Interior de la mansión. Waldemarsudde. Foto R.Puig.

Sus terrenos forman una península que se asoma a uno de los brazos de mar que abrazan Estocolmo.

Estocolmo desde Waldemarsudde. La Näckrosen de Per Hasselberg.  Foto R.Puig.

Estocolmo desde Waldemarsudde y la Näckrosen de Per Hasselberg. Foto R.Puig.

Se  llega en poco menos de un  cuarto de hora con el tranvía número 7 que parte de Sergeltorget. No abundaré en lo que se encuentra suficientemente explicado en la web y sólo quiero compartir algunas imágenes de mi reciente visita a este lugar bajo el pálido sol de una mañana báltica.

Parece que Eugenio Napoleón fue un príncipe encantado de la vida. Al menos es la impresión que nos dejan sus cuadros, las innumerables publicaciones de arte que promovió y su incansable actividad de coleccionista y mecenas,  sin que pareciese lamentar para nada estar en cuarto lugar en la línea sucesoria.

A través de la ventana. Waldermasudde. Foto R.Puig.

A través de la ventana. Waldermasudde. Foto R.Puig.

No debieron de faltarle momentos de calma para disfrutar los fondos de su biblioteca, departir en sus salones con ilustres artistas e intelectuales, dibujar y pintar. Cuando no estaba de viaje pintando sus paisajes por Europa, podía trabajar a partir de los bocetos que recogía en esos periplos o preparaba con minuciosidad las cuidadas ediciones de su fundación.

Auguste Rodin. El pensador. Waldemarsudde. Foto R.Puig.

Auguste Rodin. El pensador. Waldemarsudde. Foto R.Puig.

Pudo darse el gusto de colocar en su jardín un ejemplar del Pensador de Auguste Rodin (1840-1917),

del Heracles de Antoine Bourdelle (1861-1929)

Cabeza del Herakles de Bourdelle. Waldemarsudde. Foto R.Puig.

Cabeza del Herakles de Bourdelle. Waldemarsudde. Foto R.Puig.

y otras bagatelas de Carl Milles (1875-1955), en quien tanto influyeron sus dos maestros franceses,

Carl Milles. Arquero. Waldemarsudde. Foto R.Puig.

Carl Milles. Arquero. Waldemarsudde. Foto R.Puig.

o de Per Hasselberg (1850-1895), cuya escultura de la rana hemos visto arriba en bronce y cuyo  título ahora entendemos en esta imagen de su versión en mármol en el interior del museo.

En realidad podría llamarse la muchacha y la rana, pero a mí me hace pensar en el cuento de El príncipe rana de los hermanos Grimm. Que haya dos versiones (bronce y mármol) de esta escultura en la casa del menor de los hijos de Oscar II, el atípico Prins Eugen, no deja de parecerme un irónico ajuste de cuentas con su padre y, si no, lean el famoso cuento en donde no se trata de un príncipe que salió rana sino de una rana que salió príncipe.

La rana. Marmol Per Hasselberg.Waldemarsudde. Foto R.Puig.

La rana. Mármol Per Hasselberg. Waldemarsudde. Foto R.Puig.

Para acabar, habría que decir algo de la exposición temporal dedicada a los pintores de Skagen

Carl Locher. La diligencia. 1872. Skagen. Foto R.Puig.

Carl Locher. La diligenciaSkagen 1872. Foto R.Puig.

o de los muebles de Carl Malmsten (1888-1972) que se exhiben en Waldemarsudde,

Muebles de Carl Malmsten. Waldemarsudde. Foto R.Puig.

Muebles de Carl Malmsten. Waldemarsudde. Foto R.Puig.

pero de ello quizás hablemos otro día.

 


Fisionomías (IX). Museo Nacional del Romanticismo en Madrid (I): los retratos de las damas.

$
0
0
A través del espejo. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

A través del espejo. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

 

No han sido muchos los días pasados en Madrid, pero, como de costumbre, además de algunas exposiciones temporales, he podido visitar algún museo en el que no había entrado antes: el Museo Nacional del Romanticismo.

En esta ocasión quiero compartir algunos  rostros que he capturado en sus salas. Son retratos de personas conocidas de la época y, en algunos casos, de otras cuyo nombre no se ha registrado. Normalmente, teniendo en cuenta el mundo y  la época de quienes crearon el museo, esas caras, en actitud romántica o captadas a través de las preferencias estéticas del artista, corresponden en su mayoría a la clase social que podía pagárselo o a escritores y poetas, cuya valía, independientemente de sus posibles, les hizo atractivos para el público de su tiempo.

Así pues, todos ellos nos llegan de un siglo, el XIX que ha pasado a la historia como el siglo romántico por antonomasia. Ya se sabe que las clasificaciones por períodos de la literatura y el arte no agotan lo que pretenden situar. Al fin y al cabo “la actitud romántica” ha existido siempre, pero quienes vivieron una vida o una época  “románticas” sin ser pudientes o haber sido admirados seguirán para siempre en el anonimato. En todo caso  habrán quizá inspirado cuadros de tema oriental, zíngaro o costumbrista, narraciones legendarias,  cuentos misteriosos, episodios galantes u otro tipo de peripecias emocionantes, aunque sus nombres no han llegado hasta nosotros, salvo que, por ejemplo, fuesen míticos bandoleros de nuestras sierras, artistas plebeyas o toreros intrépidos que cautivaban los corazones de aristócratas o burgueses.

En el Museo del Romanticismo, el culto a la individualidad en el retrato, refleja una de las notas de la época e, incluso en su maestría realista, se tiñe de la idealización o del ensueño. Detrás de sus miradas hay algo que se nos escapa. Quizás sea la fuga hacia el misterio que cada vida, por anodina y prosaica que haya sido, encierra siempre.

Pero me temo que me estoy dejando llevar de mi actitud romántica y es hora de pasar a la galería de fisionomías que he anunciado.

En esta primera entrega, me limitaré a una selección de retratos de mujeres, anclados evidentemente en la visión que de la mujer distinguida tenía aquella época. Las pondremos bajo el patrocinio de Urania, la musa de la Astronomía y la Astrología.

Urania. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

Urania.Escayola. Hebert. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

¿Y que mejor que empezar con aquellos rostros que parecen pensar en las estrellas?

Soñadoras

¡Hay Filomena, Filomena! ¿A ti que, siendo dama de la Reina moriste sin desposarte, quién te ha obsequiado esa rosa?

Filomena Sánchez Salvador. Antonio Mª Esquivel. 1843. Museo  Romántico.  Madrid.  Foto R.Puig

Filomena Sánchez Salvador. Antonio Mª Esquivel. 1843. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

 

¿Y qué decir de la duquesa ensimismada? Aunque en este caso parece que el duque no sólo ha gastado en flores, sino que ha pasado por la joyería. No tenía más remedio, pues le sacaba veintiocho años a esta princesa, María Salm-Salm (aquí retratada el año de su boda), a la que si ya no tantos bríos, al menos no le faltaban medios para ofrecerle perlas.

La duquesa de Osuna. Carlos Luis de Ribera. 1866. Museo  Romántico.  Madrid.  Foto R.Puig

La duquesa de Osuna. Carlos Luis de Ribera. 1866. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

 

Pero si, a lo que cuentan, la protagonista del siguiente cuadro es la hermana o cuñada del general Rafael de Riego (1784-1823), ejecutado por orden de Fernando VII en la Plaza de la Cebada de Madrid pocos meses antes de la fecha de este retrato, si es así, sospecho que su mirada tendría que ser triste y su elegancia y su peinado más comedidos. Aunque puede que la reciente muerte del general no afectase ya a esta joven, que estaba con Teresa de Riego, la viuda, exiliada en Londres o que el pintor, que dicen fue John Hayes (1786-1866), estuviese, por lo que refieren, prendado de ella y por eso la transfiguró.

 

Lucía de Riego. Escuela inglesa. 1825. Museo Romántico.  Madrid.  Foto R.Puig

Lucía de Riego (?) Escuela inglesa. 1825. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

 

Tristes

La que sí está de luto y vestida como un personaje de novela inglesa, es la viuda de Riego, quizás la más romántica de todas las figuras de la colección por la historia personal que encierra y por la repercusión que tuvo la vida y la muerte trágica del marido. Era sobrina y esposa del héroe y sólo fue su mujer durante cuatro años.  Le sobrevivió ocho meses, murió a los veinticuatro años en su exilio de Londres el 19 de junio de 1824.

Mª Teresa del Riego y Riego. B.enjamin de la Cour 1824.. Museo  Romántico.  Madrid.  Foto R.Puig

María Teresa del Riego y Riego. Benjamin de la Cour 1824. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

 

La siguiente mujer si es que fue feliz no parece que lo fuese en el momento en que la retrataron. ¿Está de luto?

Su marido era el político conservador Cándido Nocedal, quien por la época del retrato no era tan viejo y aún no había llegado a ministro de la gobernación. ¿Sería que en casa ya le daba el tostón a su mujer con sus ideas carlistas?

 

Manuela Romea. Antonio Mª Esquivel. 1845. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

Manuela Romea. Antonio Mª Esquivel. 1845. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

 

Y sobre la melancolía apenada de la joven con velo, casi una madonna, no tengo ningún dato que me permita emitir una hipótesis.

¿Qué le dirían ustedes para conseguir que sonría?

Retrato de dama. Victor Manzano y  Mejorada. 1859. Museo Romántico.  Madrid.  Foto R.Puig

Retrato de dama. Victor Manzano y Mejorada. 1859. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

 

Concluyo esta sección de las tristes románticas con una dama ya madura y también anónima Su rostro delata muchas penas y perplejidades no resueltas, aunque no le falten perlas ni encajes. Además seguro que su comedor estaba bien equipado y podía agasajar dignamente a sus visitas.

El comedor. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

El comedor. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

¿Cuál es la raíz de los desconsuelos de esta matrona? ¿Hay en sus ojos color de miel la nostalgia de unos hijos que no tuvo? ¿Ha llegado a ese momento de su vida en que se pregunta si ha merecido la pena vivir sumisa en esa jaula de oro que intuimos?

A mí me parece que no acaba de entender para qué la hacen posar ante un pintor si ni siquiera su nombre va a llegar hasta nosotros.

Retrato de dama. José María Romero. 1853. Detalle. Museo  Romántico.  Madrid.  Foto R.Puig

Retrato de dama. José María Romero. 1853. Detalle. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

Apacibles

Tengo la sensación de que a las tres damas que vienen a continuación les va bastante bien, por lo que las he colocado en el apartado de aquellas cuya existencia discurre apaciblemente con desahogo económico y psicológico.

Al fin y al cabo a la hija de Fernando VII, con sólo quince abriles, su papá se permitió pagarle un retrato por el que Federico de Madrazo cobró sin duda unos cuantos miles de reales. Probablemente su hija no sabía todavía que su progenitor era famoso por ahorcar y descuartizar a los héroes liberales en plaza pública.

Lo que si es una de esas paradojas de la historia del arte, es que los retratos de la viuda de Riego y de la hija de su verdugo se exponen para siempre a pocos metros uno de otro en un museo nacional.

¡Ah! ¡y a la niña no le falta, piadosa, una cruz de plata que cuelga de una cadenilla de oro en torno a su regio cuello!

La infanta Luisa Fernanda de Borbón. Federico de Madrazo. 1847. Museo  Romántico.  Madrid.  Foto R.Puig

La infanta Luisa Fernanda de Borbón. Federico de Madrazo. 1847. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

Nicolasa Aragón tampoco tenía motivos para perder la calma, pues era la esposa del II Duque de Ahumada, el fundador de la Guardia Civil.

Así que el maestro Federico de Madrazo la pintó con ese aire de agradable seguridad que da el saber que tu marido va a crear al año siguiente la organización armada que mantendrá a los bandoleros lejos de tus cortijos.

Nicolasa Aragon. Federico de Madrazo.  1843. Museo  Romántico.  Madrid.  Foto R.Puig

Nicolasa Aragon. Federico de Madrazo. 1843. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

Pero no es menos maestro Vicente López, que retrató a la esposa de un colega grabador y amigo y lo hizo con enorme simpatía. Estoy seguro de que esta señora era una lectora empedernida y, además, cocinaba de maravilla. Intuyo que merecía este magnífico retrato. Si no tuvo sobrinos yo no hubiera tenido inconveniente en adoptarla como tía.

Señora de Vargas Machuca. Vicente López. 1840. Detalle. Museo Romántico.  Madrid.  Foto R.Puig

Señora de Vargas Machuca. Vicente López. 1840. Detalle. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

 

Con mando en plaza

Acabaré con aquellas mujeres que a mi modo de ver (según lo que percibo en sus retratos) tenían lo que hay que tener y supieron mantener a raya a sus maridos.

Empezando por una que reinó en casa (bien lo sabía su consorte Francisco de Asís) y en la nación,  y también se pudo pagar un retrato de Federico de Madrazo. Ya sabéis de quien hablo.

Yo sólo ofrezco el busto.

Isabel II por Federico de Madrazo. Detalle.Museo Romántico.  Madrid.  Foto R.Puig

Isabel II por Federico de Madrazo. Detalle.Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

 

Y otro del mismo pintor.

En este caso, es el de la cuñada del hermano del poeta Gustavo Adolfo Bécquer. Por lo visto, a pesar de haber sido retratada por Madrazo, no aguantó las estrecheces de su marido,Valeriano, que era pintor y las pasaba igual de canutas que el poeta.

¡Oh, si su marido hubiese podido cobrar los derechos de reproducción del famoso retrato que pintó del poeta y que hemos conocido bien por aquel billete de cien pesetas en que Bécquer nos mira de soslayo!

El resultado fue que Winnefred plantó al marido y a los dos hijos y de ella nunca más se supo. Por el nombre se intuye que era inglesa y debía de tener su genio.

Winnefred Cogham. Federico de Madrazo. 1858. Museo Romántico.  Madrid.  Foto R.Puig

Winnefred Cogham. Federico de Madrazo. 1858. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

 

La verdad es que la siguiente efigie compensa la anterior, pues aunque su gesto es de mando, no hay en ella ojeras y en sus labios hay firmeza pero sin mohín ni reproche.

Esta mujer está bien plantada y satisfecha de sí misma.

Retrato de dama. Atribuido a Carlos Luis de Ribera. 1850. Detalle. Museo  Romántico.  Madrid.  Foto R.Puig

Retrato de dama. Atribuido a Carlos Luis de Ribera. 1850. Detalle. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

 

Algo parecido podría decirse de la madrileña Bernarda de Albacete y Albert, que estuvo casada con el secretario de Isabel II y a quien su marido ofreció un magnífico retrato de Luis de Madrazo, de cuya hermana había enviudado antes de casarse con ella.

Bernarda Albacete. Luis de Madrazo.1861. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

Bernarda Albacete. Luis de Madrazo.1861. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

 

Niñas

Finalizamos con el retrato de dos menores. La primera lleva con orgullo infantil un medallón con las iniciales de su nombre

María Bosch. Federico de Madrazo. 1875. Museo  Romántico.  Madrid.  Foto R.Puig

María Bosch de la Presilla. Federico de Madrazo. 1875. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

Su madre, Josefina de la Presilla era propietaria junto con su hermana de los terrenos de Puente de Vallecas y su padre, Pedro Bosch y Llanas, abogado y político catalán, de los de Pacífico, que parcelaron para la construcción de colonias de viviendas para obreros y empleados del ferrocarril. Ella era la primera de ocho hermanos del matrimonio. Una calle de Vallecas lleva su nombre (http://www.evaruth.hol.es/vallecas/fam_presilla.htm)

En cambio no hay una pista que nos aclare qué fue de la pequeña Dolores, cuyo retrato cierra esta serie,y si sus pendientes de coral la protegieron de las enfermedades de la época.

Retrato de la niña Dolores Chávarri y Romero. Ángel Mª Cortellini. 1866. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

Retrato de la niña Dolores Chávarri y Romero. Ángel Mª Cortellini. 1866. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

Lo que sí sabemos es que sus padres y su hermana también están retratados en el mismo museo. Así que suponemos que vivieron en una casa bien dotada de salones y de espejos.

A través del espejo. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

A través del espejo. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

Los que no están

Del servicio doméstico, de los empleados que se afanaban en torno a todas estas protagonistas y a sus familias no hay trazas en el museo. ¿Tuvieron sus sueños románticos también? ¿Vivieron pasiones dignas de algún poema de Bécquer? ¿Guardaron una flor seca en alguna novela de intrigas y de amores?

Seguramente que sí, pero no pudieron pagarse un retrato. Quizás en alguna de las piezas del museo, en algún plato de porcelana, en alguna de las estatuillas de bronce o de los lujosos relojes que se exhiben, en alguno de los muebles que lustraron o de los candelabros que abrillantaron resista aún alguna huella de las manos que servían a la mesa de esas románticas que hoy nos miran desde esas paredes.

 

A través del espejo. Museo Romántico.  Madrid.  Foto R.Puig

A través del espejo. Museo Romántico. Madrid. Foto R.Puig

 

Moraleja

No sé, no sé, pero más allá del arte y de la calidad de este museo, que tantas cosas nos revela sin necesidad de explicitarlas, me asalta una tentación, la de concluir esta primera crónica que le he dedicado parafraseando a Quevedo en el que quizás sea su más conocido poema (nada romántico por cierto):

Poderoso es el romanticismo del dinero 


Viewing all 54 articles
Browse latest View live